Por. Basem Tajeldine
Voces Contra el Imperio
No son inválidos los argumentos y las
advertencias que manifiestan algunos compañeros por el reciente ingreso de la
República Bolivariana de Venezuela al Mercado Común del Sur (MERCOSUR). Estos compañeros
argumentan, no sin razones, que este organismo podría, más bien, significar un
gran obstáculo al país porque limitaría o frenaría el Proyecto Socialista 2013-2019
de industrialización y diversificación
de la economía del país, puesto que las profundas asimetrías económicas que
manifiestan los países que conforman al bloque (sobre todo Brasil y Argentina
frente al resto de los países) son tan poderosas que hace imposible a nuestros
capitales que puedan competir con estas en igualdad de condiciones, lo que se traduciría
en una invasión de mercancías baratas provenientes de los países más fuertes.
Más, por el contrario a lo que muchos compañeros piensan y dicen desde la
izquierda política, pero también desde la derecha oportunista, considero que Venezuela
tenía el deber de formar parte del MERCOSUR por múltiples razones. Veamos.
Es cierto, el MERCOSUR se trata de un espacio de
concertación político-económico-territorial que otorga ciertas aperturas a los
capitales regionales, y otros no tan regionales, para sus actividades en la
zona. Es también cierto que los capitales sólo invierten donde la plusvalía es mucho
más rentable, en otras palabras, invierten donde puedan explotar más a los
trabajadores para obtener mayores ganancias, es decir, plusvalía. Y si la
plusvalía en Venezuela es mayor, ellos vendrán encantados al país. Esta verdad
no necesariamente significa que nuestro país deba de ajustarse a esos
requerimientos para hacer atractiva la inversión extranjera. Diferentes políticas
de incentivo podrían motivar también las inversiones en el país sin necesidad
de sacrificar a los trabajadores venezolanos. La entrada de Venezuela al bloque
regional tampoco obliga al país a desproteger su industria nacional, menos a
adoptar políticas comunes que puedan afectar los intereses nacionales en favor
de las necesidades de los capitales regionales. Este mecanismo tampoco siembra
ataduras ni obliga a nuestros países a liquidar su Banco Central, tal como lo
hicieron en Europa.
El MERCOSUR no copia en lo absoluto a la Unión Europea. Su
concepción está razonada tomando las particularidades y experiencias del Sur,
no de los países del Norte. Bien lo expresó nuestro camarada y Diputado Jesús
Farías: “El ingreso se hace bajo principios de gradualidad, flexibilidad y
reconocimiento de las asimetrías. La incorporación no significa una apertura del
comercio de manera indiscriminada. Es progresivo en el tiempo”.
El ingreso de Venezuela al MERCOSUR permitirá consolidar al
naciente bloque regional de poder al concederle la clave energética
indispensable, al tiempo le abre nuevas perspectivas al país. Venezuela no
puede quedarse aislada de las realidades regionales y mundiales. El MERCOSUR se
inscribe como el brazo económico complementario de la UNASUR y la CELAC; sus
brazos políticos. El poderoso Brasil es parte vital del MERCOSUR, pero también
miembro del bloque de los BRICS. Los efectos negativos de la Mundialización del
Capital que previó Marx bien podrían enfrentarse de otra manera siempre que la
izquierda permanezca en el poder. El MERCOSUR tampoco será un obstáculo al
ALBA.
El único y verdadero obstáculo para la integración
regional es la falta de ideas, de voluntad y de visión estratégica.
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