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miércoles, 26 de agosto de 2015

A propósito de los comentarios de Luis Vicente León y la reacción de la narco-burguesía contrabandista colombiana representada por el capo Álvaro Uribe Vélez



Por. Basem Tajeldine
Voces Contra El Imperio

A escasas horas del cierre de la frontera con Colombia decretado por el Presidente Nicolás Maduro, todos los venezolanos, y especialmente el pueblo tachirense ha podido apreciar los beneficios que han traído la medida para el país y su vida. Como por arte de magia, desaparecieron las interminables colas frente a las estaciones de servicio (gasolineras) del Estado Táchira, y de forma repentina, en menos de 72 horas aparecieron varios productos de la cesta básica en muchos anaqueles de esa entidad [1].

El desabastecimiento provocado por el contrabando de extracción hacia Colombia de los productos de primera necesidad regulados por el Estado revolucionario (hechos en Venezuela o importados por el mismo), había llegado a niveles tales que los venezolanos solo podían obtenerlos comprando directamente a los “bachaqueros” (revendedores), o debían atravesar las fronteras hacia el vecino país para adquirir los productos a precios especulativos exorbitantes en moneda colombiana o preferiblemente en moneda venezolana, la que a su vez era utilizada por las mismas mafias contrabandistas para seguir ejecutando sus acciones delictivas contra el país.

El saqueo de Venezuela es dantesco. Por fin la guerra económica organizada desde la frontera por las mafias del paramilitarismo y el narcotráfico colombiano, vinculadas al mayor genocida conocido por la historia reciente del vecino país, Álvaro Uribe Vélez, ha comenzado a ser enfrentada de forma efectiva por el gobierno revolucionario.

Tampoco faltaron las expresiones de alegría y esperanzas de las mayorías del pueblo tachirense perjudicado por las mafias del contrabando y el paramilitarismo colombiano. El gobierno obrerista del Presidente Nicolás Maduro ejecutó las medidas restrictivas de paso en salvaguarda de la integridad territorial y de los intereses de las mayorías del pueblo venezolano. El pueblo venezolano enfrenta con estoicismo las consecuencias de una guerra bien diseñada por el imperialismo estadounidense, pero orquestada por la narco-burguesía colombiana, y en especial por el jefe del paramilitarismo ex presidente de ese país, Uribe Vélez, que tienen como propósitos lavar sus dineros mal habidos y asestar un duro golpe a la economía venezolana, destruyendo el poder adquisitivo del salario venezolano en la medida que inducen la escasez de los productos regulados, mientras que el Dólar (terrorista) Today hace su trabajo.

Por otra parte, la reacción oportunista de la apátrida oposición venezolana tampoco faltó. Como era de esperar, la mayoría de sus voceros salieron a solidarizarse con las mafias del contrabando y del paramilitarismo colombiano, criticando el cierre de la frontera tachirense y señalando al Presidente Maduro de "anti colombiano", cuando hasta hace poco ellos mismos decían que era oriundo de ese país.

El inefable Luis Vicente León fue un poco más astuto que el resto de sus iguales, cuando auguró  que la medida del cierre fronterizo no será exitosa en cuanto "se mantengan los incentivos para el bachaqueo".

En un Twit, Vicente León escribió lo siguiente: “puedes cerrar la frontera y pasarán por el rio”. En otro dijo “no importa lo que hagas para atacar consecuencias. Si no atacas las causas la economía se rebela…y a ella no puedes apresarla".

Naturalmente, Vicente León se refiere a los precios de los productos subsidiados y regulados por el Estado venezolano -que es un sacrificio que hace el Estado para beneficio de los más humildes- como la causa principal que ha provocado el fenómeno del contrabando. De esta forma, el derechista venezolano pretende congraciarse con los contrabandistas y el paramilitarismo colombiano quienes para él -y para muchos que piensan igual-, son "pequeños emprendedores" que han sabido aprovecharse de los subsidios para su beneficio propio y político.

Pero la derecha dice tener la "sabiduría" y el remedio "perfecto" para eliminar el contrabando y hacer que aparezcan de forma más expedita todos los productos en los anaqueles de Venezuela. Pero ya conocemos la receta, que es la misma receta neoliberal conocida en el mundo que ha revelado ser muy "eficiente" y generado "buenos resultados" solo para los monopolios, y no precisamente para los pueblos.

Ellos dicen que  el Estado no debe de intervenir en la economía exigiendo precios justos o subsidiado algunos productos de la cesta básica, puesto que ese trabajo le corresponde al "Dios mercado" quien con su mano invisible arreglaría el desastre creado por el Estado, y que sean sólo lo que más tengan quienes posean el derecho a consumir lo que desean, así como en la selva: "que venza el más fuerte, el que mejor pueda adaptarse al sistema"; que la moneda venezolana (Bolívar) debe ser devaluada aún más y el precio de la gasolina sea comparable a los internacionales; pero también el Estado venezolano debería olvidarse del pueblo y tapar el hueco del "gasto social"  eliminando la gratuidad de servicios sociales como la salud, educación, etc. Aseguran que si cumplimos con su recetario los contrabandistas no tendrán estímulos para seguir operando en el país.

Sólo una mentalidad colonial, enajenada de la realidad y corrompida por el sistema capitalista podría hacerse eco de semejante locura neoliberal que tanto dolor y sangre a costado a los pueblos del mundo hoy víctimas de esos mismos dictámenes.

Lo cierto es que lejos de las sandeces de Vicente León, FEDECAMARAS y compañía contra las medidas de cierre fronterizo y las exitosas Operaciones para la Liberación del Pueblo venezolano (OLP) del paramilitarismo colombiano y el hampa en general, hoy son muchos quienes reclaman que las mismas políticas sean extendidas hasta las fronteras del Estado Zulia. Y es tanta la efectividad de las políticas del gobierno Bolivariano, que se deja entrever en el desesperado espectáculo del capo Uribe y la narco-burguesía colombiana en la ciudad de Cucuta y en los medios de ese país que pretendieron tachar al Presidente Nicolás Maduro de ser un "anti colombiano". ¡Semejante estupidez!

Tuvo razón el Presidente Maduro cuando dijo que nadie es más anti colombiano que la propia burguesía colombiana y el mismísimo Álvaro Uribe Vélez. Fue precisamente durante el gobierno de ese criminal que se cometieron innumerables violaciones a los Derechos Humanos y los dolorosos sucesos que sacudieron al pueblo colombiano recordados como los "falsos positivos". Los desaparecidos colombianos y los encontrados en fosas comunes durante el gobierno de Uribe se cuentan por miles, al tiempo que la cifra de crímenes (violación de menores y desaparición forzada) cometidos por las tropas estadounidenses en ese país es también alarmante. De esto último casi nadie prefiere hablar en Colombia. El gobierno de ese país busca callar cualquier denuncia en torno a las constantes violaciones a los Derechos Humanos del pueblo hermano producto de la inmunidad que disfrutan las tropas yanquis dispuestas en las más de 7 bases estadounidenses en ese territorio.

Desde siempre la burguesía colombiana ha sentido desprecio por su propio pueblo hasta el punto de permitir que fuerzas extranjeras lo hagan por ella, pero también ha sabido aprovechar la política de "puertas abiertas" de Venezuela para descargar en nuestro país la crisis social generada por las políticas neoliberales y el terror paramilitar que sirven de custodios de los monopolios transnacionales. Millones de campesinos, ciudadanos empobrecidos colombianos y líderes políticos de base de la izquierda colombiana se han visto forzados a buscar refugio en nuestro país huyendo del hambre y de la persecución de esas mismas fuerzas pretorianas paramilitares amparadas por el Estado criminal colombiano.

La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) acaba de reconocer que Colombia  presenta la segunda mayor crisis de desplazados del mundo, donde 6 millones de personas desarraigadas a causa de la violencia.

Según datos de ACNUR, sólo Siria supera a Colombia en la cantidad de población obligada a abandonar sus hogares en busca de seguridad.

Las cinco décadas del conflicto colombiano han limitado el acceso de millones de personas a la seguridad, los servicios públicos básicos y al goce efectivo de sus derechos, entre otros a una vivienda digna, salud, educación y reparación como víctimas, incluyendo la restitución de tierras, apuntó la oficina de ACNUR en Colombia [2].

Sin lugar a dudas, el gobierno Bolivariano ha entrado en una nueva fase de contraofensiva revolucionaria para hacer frente a las mafias de las burguesías locales parásitas, contrabandistas y paramilitares que sirven de peones a la estrategia del imperialismo estadounidense que busca destruir el ejemplo de la Revolución Bolivariana y los procesos de integración regional.

Hoy Venezuela demanda la solidaridad y el apoyo con la movilización de todas las fuerzas políticas revolucionarias del país y de la izquierda mundial, ante la nueva embestida que preparan las hienas pro-imperialistas de la región que ya saborean la amargura que les produce su nuevo fracaso.


Fuentes:

[1] Aparecen productos básicos en el Táchira
http://www.aporrea.org/movil/regionales/n276370.html


[2] Informe de ACNUR sobre Colombia
http://www.un.org/spanish/News/story.asp?NewsID=31879#.Vd1EKp9fbqA



jueves, 20 de agosto de 2015

Turquía cosecha tempestades



Por. Basem Tajeldine
Voces Contra el Imperio

El fracasado régimen neo-otomanista que gobierna actualmente en Turquía nunca imaginó que algún día iba a cosechar las tempestades por la violencia que ha contribuido a sembrar en la región.

La crisis económica, política y social que hoy embarga a Turquía no arroja perspectivas de salida. La incertidumbre se ha apoderado del pueblo turco, y comienza a ser reconocida por varios medios europeos, incluso, por el propio el Banco Mundial:

El crecimiento durante el primer trimestre se quedó en el 2,3% del PIB y se estima que no llegará al 2,5% en todo el año, muy lejos del objetivo del 4% fijado por el Gobierno. El Banco Mundial ha reducido unas décimas las previsiones de crecimiento para Turquía en 2016 y 2017, situándola en el 3,5 %, una cifra insuficiente, según los expertos, para asumir la ingente mano de obra que cada año se suma al mercado laboral de este país con una población muy joven. Así, los economistas han incluido a Turquía —junto a Brasil, Sudáfrica, Indonesia e India— en los Cinco Frágiles, países caracterizados por un importante déficit por cuenta corriente, una producción industrial en retroceso, creciente desempleo, un PIB debilitado y una divisa que se deprecia rápidamente [1].

El error de Erdogan

El régimen neo otomanista de Turquía ha debido estudiar mejor la historia de su propio país, y de la región, para no cometer los mismos errores del pasado. Siempre que ha metido sus narices en ella, ha provocado grandes desgracias, y se ha contagiado. Reza un dicho popular "cuando veas arder las barbas de tus vecinos, coloca la tuya en remojo".

Era solo cuestión de tiempo para que el caos que sumerge a casi todos los pueblos del Medio Oriente y Norte del Africa (sirios, iraquíes, egipcio, libio entre otros) afecte también a Turquía. El criminal Tayyip Erdogan cegado por sus ambiciones de poder y la ignorancia brutal de la historia, destapó la caja de Pandora al romper su pacto de "cero problemas con los vecinos" y prestarse al juego de la OTAN para que su país sea utilizado como campo de entran a miento y tránsito para los terroristas del Daesh-ISIL y Frente Al Nusra  (Al-Qaeda).

El estúpido Erdogan cayó en la trampa de la OTAN, creyendo que sus gobiernos cumplirán con la "promesa" de integrar a Turquía a la decadente Unión Europea y zona Euro. Apostó a perdedor.

Hoy Turquía se encuentra amenazada desde dentro y fuera. El pueblo turco protesta porque los terroristas engendros de Erdogan y sus aliados wahabistas y sionistas (Israel), han ejecutado acciones contra propios ciudadanos turcos y kurdos. También protestan contra las políticas islamistas y neoliberales de su gobierno que han fracturado a la laica sociedad turca: suníes contra alevíes, laicos contra suníes, y empobrecido a muchos.

El copresidente del HDP, Selahattin Demirtas, la cuarta fuerza política en las elecciones del pasado 7 de junio, aseguró que "el primer ministro en funciones de un Gobierno en funciones lleva el país paso a paso a una enorme guerra civil. Turquía se está hundiendo en las ciénagas de Oriente Medio por los errores de su política siria". Demirtas insinuó que la decisión de involucrarse en el norte de Siria y de hacer saltar por los aires el proceso de paz con el PKK no ha sido tomada por el Estado turco sino del Palacio (residencia del presidente, Recep Tayyip Erdogan, fundador del AKP). El Palacio ha fundado un Estado propio aparte. Tiene sus propios servicios secretos, sus financias, sus fuerzas armadas, su judicatura, sus medios y sus medios sociales", aseguró el dirigente del HDP [2].

El Intelectual francés, presidente-fundador de la reconocida Web Red Voltaire, Thierry Meyssan sugiere que no perder de vista la transformación que ha sufrido Turquía en estos últimos 4 años que la dirigen hacia un destino incierto. Al respecto señala que

            Al implicarse en la guerra contra Libia, Turquía perdió uno de sus principales clientes –la propia Libia–, sacrificio que además resultó totalmente inútil en la medida en que ese cliente se volvió completamente insolvente. Sin embargo, su implicación en la guerra contra Siria, aunque fue menos dramática ya que el mercado común siro-irano-turco aún se hallaba en estado embrionario, también representó un duro golpe para su economía. Las consecuencias conjugadas de ambas guerras interrumpieron el crecimiento de Turquía, que ahora está a punto de registrar cifras negativas. Además, parte de la economía turca se basa actualmente en la venta de productos fabricados por grandes marcas europeas y desviadas de los circuitos comerciales legales. Este contrabando masivo incluso está afectando ahora la economía de la Unión Europea. Para lograr conquistar el poder, Recep Tayyip Erdogan se protegió de un golpe de Estado militar recurriendo al arresto de oficiales superiores a quienes acusó de conspirar contra el Estado. Al principio, Erdogan arremetió contra las redes Gladio de la OTAN (cuya versión turca se conoce como Ergenekon) [13]. Después, Erdogan hizo arrestar a los oficiales que –con el fin de la guerra fría– sopesaban un cambio de alianza y se habían puesto en contacto con el Ejército Popular Chino. Para sacarlos de circulación, Erdogan acusó a esos oficiales de ser miembros de Ergenekon, lo cual no tenía ningún sentido [14]. Como resultado de estas purgas, la mayoría de la oficialidad superior turca ha sido arrestada y encarcelada. Como consecuencia de ello, las fuerzas armadas están actualmente debilitadas y la OTAN ha perdido el interés que antes tenía en ellas. Por otra parte, la política islamista de la administración Erdogan ha dividido profundamente el país y sembrado el odio entre laicos y laicos, al igual que entre las comunidades sunnitas, kurdas y alevíes de Turquía. Esto hace posible, en este momento, el paralelo que yo establecía con el escenario egipcio hace más de un año. Turquía se ha convertido en un barril de pólvora y una chispa bastaría para hacerlo estallar en una guerra civil que ya nadie podrá detener y que asolará el país por largo tiempo [3].

El régimen de Erdogan fracasó en las pasadas elecciones parlamentarias del 7 de junio al no obtener la mayoría necesaria en la misma para formar gobierno. Actualmente, ninguna agrupación política ha querido arriesgar su capital político para formar coalición con su partido islamista de Erdogan (AKP). Todo indica que en las futuras elecciones tiene muy pocas posibilidades de recuperar la mayoría en el parlamento para asegurar la continuidad de su gobierno, lo que explica su insistencia para, junto a Estados Unidos, crear el “corredor aéreo humanitario” en territorio sirio que le permita socorrer a los terroristas del Daesh-ISIL en ese país y mantener los ataques contra el PKK (guerrilla kurda), como excusa para generar un conflicto mayor en la región que le permita gobernar por “Casus bellis (motivo de guerra)”.  

Nadie sabe hasta qué punto las divisiones internas en Turquía, la crisis económica y el caos que ha contribuido a provocar en la región podrían hacer estallar una guerra civil en ese país. Pero todos coinciden en la amenaza es real.


Fuentes:
[1] Prueba de fuego para Turquía
[2]  Guerra civil en Turquía
[3] Turquía en Peligro. Por. Thierry Meyssan