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martes, 21 de noviembre de 2017

Compañero Presidente, usted puede parar el bochinche en la economía

Basem Tajeldine

Compañero presidente,

Con todo el respeto y consideración que bien se merece, por su titanica tarea como conductor del proceso revolucionario, del noble pueblo venezolano que ha tenido que enfrentar enormes dificultades y amenazas para mantener el legado del Comandante Chávez, le digo que está en nuestras manos la posibilidad real de limitar al criminal mercado especulador-usurero y proteger de manera más efectiva al sujeto de nuestra Revolución Bolivariana.

No soy economista sino un convencido y “trasnochado” comunista que cree firmemente en el materialismo histórico y la dialéctica; que trata de ser lo más objetivo posible en el análisis la coyuntura política y las realidades económicas del país basado en el desarrollo histórico de nuestras fuerzas productivas, las particularidades y posibilidades que tiene una revolución y un país como el nuestro. No tengo la menor duda, de que nuestra crisis económica es coyuntural, y la misma responde a una estructura económica decadente, rentista petrolera de Estado, de capitalismo atrasado y muy dependiente de los puertos, que unido a la tenaz guerra económica interna, el bloqueo financiero y comercial del imperialismo estadounidense, junto a la falta de políticas económicas acertadas, se profundiza mucho más.

Quiero hacer énfasis en esto último, porque aquellos que dicen que la “culpa de nuestros males” se debe a la corrupción y nuestro “fracasado modelo socialista” -que lamentablemente algunos idealistas e infantiles repiten-, a ellos les digo que son grandes ignorantes y/o oportunistas políticos porque la corrupción es intrínseco, propio de nuestra economía capitalista atrasada y dependiente, y porque dicho “modelo socialista” es aún inexistente en nuestro país, salvo aquellos pequeños espacios ganados por la revolución que nada impactan en la correlación de fuerzas económicas. ¡Que nadie se engañe! Sé que usted está claro en éste punto compañero Presidente, pero hay que aclararlo constantemente porque la guerra de cuarta generación es brutal.

Por otra parte, permitame decirle que, aún sin ser economista, coincido con la postura de muchos economistas de izquierda que proponen acabar con el mercado preferencial de las divisas implementando políticas dirigidas a generar un trato de subsidios diferenciado en nuestra sociedad.

El mercado tiene su mano visible, peluda y manchada de sangre, eso es cierto. Y en nuestras condiciones de capitalismo atrasado,  escasa productividad agroalimentaria, donde las políticas de subsidio generalizados no ha dado resultados, por el contrario, han profundizado la crisis. La simple lógica nos dice que si queremos corregir los desmanes económicos del país, debemos hacer las cosas de forma distinta a como las hemos venido haciendo.

No podemos seguir subsidiando a ricos y pobres por igual, mientras sigamos viviendo en una sociedad dividida en clases sociales que costará mucho tiempo trascender. La venta de dólares preferenciales a 10milBs. ha terminado por crear una gran distorsión económica. Con su poder, los grandes comerciantes, los ricos y las clases medias-altas ligadas al comercio han terminado beneficiándose mucho más que nuestra clase trabajadora. Mientras la distorsión ha creado los espacios idóneos para la corrupción, el contrabando y la especulación exagerada. Una política dirigida por el Estado para apoyar a las clases más desfavorecidas por el sistema terminó por perjudicarla aún más, porque se ha menospreciado la fuerza del enemigo interno y externo, pero también se han sobreestimado nuestras posibilidades.

Lo más idoneo es que los esfuerzos que haga el Estado por la distribución equitativa de las riquezas y los subsidios vayan dirigidos realmente a las clases más desfavorecidas por el sistema, a la clase trabajadora. Al margen, las clases medias-altas de comerciantes y ricos queden sujetos a su tan admirado “libre mercado”, que nunca será tan libre. Con un mercado de divisas medio liberalizado, con la intervención del Estado para poner cotes a la fluctuaciones, se podrían obtener mayores ingresos en bolívares que se utilizarían para pagar los subsidios de forma directa en esa moneda y no en divisas. ¿Cómo? Veamos.

Usted, camarada Presidente, creó un instrumento que hace posible direccionar nuestras políticas de subsidios realmente al pueblo. Con el Carnet de la Patria podemos hacer que nuestro pueblo reciba de manera directa los subsidios de los que hoy se aprovecha el enemigo burgués. ¿Cómo? de la misma manera como lo hacen nuestros hermanos valientes de Siria y Cuba, pero con una herramienta mucho más sofisticada que permite un mayor control del proceso.

Por medio de nuestro carnet podemos crear para cada venezolano, de acuerdo con su edad, condición y necesidades, una lista de productos subsidiados que podrían adquirirse en todos los establecimientos privados y del Estado. Así el Estado pagaría, sólo por el beneficiario, y de manera inmediata al comerciante, el costo real del producto en el mercado. Ésta política de subsidios directos no niega la necesidad de la intervención y/o regulación equilibrada del Estado sobre el mercado. Se facilitaría el trabajo de las instituciones que tiene que ver con los precios acordados. La infame ley del mercado, la oferta y la demanda, quedaría prácticamente limitada.

En conclusión, subsidios directos para el sujeto de la revolución, lucha de clases, dfensa efectiva de nuestro pueblo, control real de la economía e inversión en la producción. 

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