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domingo, 9 de abril de 2017

¡Abajo el Estado dionisiaco! ¡Ya basta de libertinaje si queremos salvar la patria!


¡Abajo el Estado dionisiaco! ¡Ya basta de libertinaje si queremos salvar la patria!

Por. Basem Tajeldine

Si para nuestros dirigentes vale ésta mi humilde opinión sobre la actuación de las fuerzas del Estado venezolano el pasado 8 de abril, y de todos estos difíciles años de revolución, diría, sin temor a equivocarme, que ha sido completamente decepcionante e ineficiente a la hora de ejercer su legítima autoridad para evitar la violencia derechista en las manifestaciones. Hago salvedad de los órganos de inteligencia del Estado venezolano, que debo reconocer, han sido exitosos a la hora de desarticular todos los planes terroristas, de magnicidio y golpistas preparados por la lacaya derecha venezolana en todos estos años. ¿Por qué tanta sutileza a la hora de enfrentar el vandalismo promovido por la derecha? ¿Qué pasa con el terrorismo callejero? La violencia callejera es también hija de la falta de autoridad. -No lo creen así, pregunto a mis buenos camaradas.

Siento decepción y pena por lo que ha venido ocurrido en nuestro país. Nuestro Estado es extraño y exhibe debilidad. Entiendo que es difícil hacer una revolución en democracia, y es mucho más complejo cuando nace atada a las cuerdas del Estado burgués y debe enfrentar grandes amenazas internas y externas. Frente a las agresiones, la respuesta del gobierno ha sido siempre la de mantener la cautela frente al enemigo y la confianza en nuestro pueblo. Así hemos debido soportar la violencia callejera, los asesinatos selectivos y golpes de Estado porque nos repiten mil veces que nuestra revolución es y debe seguir siendo pacífica y democrática, y por ello debemos soportar el látigo de la contrarrevolución violenta.

Nuestro gobierno no ha sabido enfrentar la violencia que impone la burguesía parásita del país. Al no actuar con contundencia contra ese flagelo desatada por la derecha, el Estado venezolano se hace cómplice de la misma. Valga decir, lo ha venido siendo desde el mismo 11 abril de 2002, fecha muy significativa para la historia venezolana porque constituyó el primer estallido golpista reaccionario que fuese derrotado por el pueblo chavista en menos de 72 horas, y cuya secuelas siguen presentes porque la lección nunca se pudo entender. Gracias al látigo reaccionario, nuestro pueblo se elevo en conciencia y carácter, pero el Estado no tanto.

El Estado burgués venezolano lleva 18 años sin eximir la misma materia que reconoce su legítima autoridad a la hora de ejercer el monopolio de la violencia y evitar la anarquía -espero sepan perdonarme mis queridos hermanos genuinos-anarquistas. No es contra ustedes-.

Es Venezuela un país muy extraño. Aquí se habla mucho de democracia, derechos humanos (DDHH) y libertades. En todos los discursos políticos (tanto de la derecha como de la izquierda venezolana) nunca faltan aquellas palabras tan prostituidas en el mundo como ninguna otra. Dice en el primer artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos", pero en Venezuela unos creen tener más derechos que otros, y el Estado garantiza que así suceda. -No tengo la menor duda.

En nuestro extraño país, los políticos de la derecha se hacen llamar "demócratas" y "pacíficos" al tiempo que convocan públicamente a grandes manifestaciones violentas contra un gobierno al que llaman por todos los medios nacionales e internacionales "cruenta dictadura" porque no les permiten expresarse mejor. Pero nuestra extraña "dictadura" resulta ser aun más extraña que la propia palabra; la llaman también "dictadura-democrática" o "dicta-blanda" porque eso sí, ha democratizado lo que es propio del Estado: el monopolio de la violencia. Gracias a esto, todos los manifestantes opositores al "rrrrrrégimen castro-chavista" tienen garantizado, además de los putos derechos humanos, el derecho a protestar con extrema violencia; a destruir la infraestructura pública, hacer llamados públicos a la intervención extranjera, asesinar chavistas y golpear a la policia y guardias nacionales. En otras palabras, la derecha venezolana tiene más derechos que la izquierda. Se les permite todo. ¡Viva nuestra extraña democracia venezolana! ¡Viva el Estado burgués! ¡Viva el Estado dionisiaco!

Nuestros sabios dirigentes dicen que nuestra "democracia" resulta ser la más progresista, envidiada y completa todas las "democracias" latinoamericanas, incluso, que la  estadounidense, porque aquella condena a la pena capital a aquellas personas que incurran en acciones terroristas y traición a la patria, mientras la nuestra lo permite todo. ¡Viva el libertinaje!

Algunos dirigentes más "cautelosos" nos explican que la razón del libertinaje es la inteligente "estrategia de la cautela". Nuestro gobierno respeta al extremo los "DDHH". Argumentan que no se debe entregar armas al enemigo en momentos tan críticos, de grandes amenazas que se ciernen contra Venezuela, porque el enemigo las utilizaría a su favor. Cabe preguntar ¿Acaso el enemigo necesita de  argumentos válidos para decir que en Venezuela existe una dictadura?  Cuando la verdad termina siendo enterrada por los medios, y se impone la mentira, de nada valen todos nuestros esfuerzos para desmentirlos. Veamos la tragedia de los pueblos árabes, el yugoslavo, asiático. Cuándo Estados Unidos decidió invadir esos pueblos, no lo hizo esperando alguna excusa que resultase  la más creíble por la opinión pública mundial para hacerlo. Para nada. Creó un falso positivo que fue magnificado por los medios y luego invadió esos países pisoteando Naciones Unidas y el derecho internacional.

Pocos días atrás, leía un artículo publicado por la reaccionaria cadena alemana DW y la británica BBC que decían lo que quizás nuestros inteligentes dirigentes no pueden entender. Reconocían que si bien el Estado venezolano no posee el monopolio de la violencia, ésta falta generaba un "Estado fallido", por lo que se hacía imperiosa la intervención extranjera. En otras palabras, esos medios advertían que la falta de autoridad del Estado venezolano (por temor a no alborotar los demonios imperiales que la señala de violar los DDHH), será tanto o más grave que reprimir los actos terroristas y evitar la anarquía en el país, lo que según el jefe del Comando Sur, el Almirante Kurt W. Tidd, "amenaza la estabilidad de la región".

En días pasados, el mismo funcionario militar de Estados Unidos para América Latina había presentado un informe al Senado advirtiendo que Venezuela podría ser un factor "desestabilizador" en la región. Decia: "La creciente crisis humanitaria en Venezuela podría obligar a una respuesta regional".

-A buen entendedor, pocas palabras.

¿Hasta cuándo debemos seguir permitiendo tanto libertinaje y terrorismo en nombre del "respeto a los DDHH"? ¿Hasta que nos invadan? ¿Acaso no resulta estúpido y peligroso tener que soportar tanto chantaje y terrorismo? ¿Hacer cumplir la Leyes del país llevando a prisión a los actores intelectuales y materiales del terrorismo, respetando el derecho a la vida, a la defensa y un trato justo, significa violar los DDHH? -No me jodan.











jueves, 6 de abril de 2017

Tocando otra vez las puertas del infierno nuclear


Por. Basem Tajeldine

Muchos en el mundo confiaron -yo entre ellos- que la nueva administración estadounidense dirigida por el arrogante Donald Trump, actuaría con cierta independencia del establishment (establishment: llámese, vieja clase política de neoconservadores, sionistas, el poder financiero, mediático y el Complejo Militar Industrial) porque los enfrentó públicamente y venció a su candidata Hillary Clinton.

El xenofobo Trump se mostraba
seguro de su proyecto de volcarse hacia adentro con la reconstrucción de la economía imperial muy deprimida por la globalizacion; proponía un acercamiento a Rusia y llegó a reconocer la legitimidad del gobierno sirio porque lucha contra el Daesh. Además, llegó a criticar los desmesurados gastos militares de EE.UU. por sus aventuras bélicas y las bases de la OTAN y el golfo. La campaña electoral Trump vs. Hillary fue un verdadero reality-show político.

A escasos días de su triunfo, Trump dio su brazo a torcer desechando sus promesas electorales. Entre las primeras medidas de Trump destacaron el incremento al ya astronómico presupuesto militar estadounidense y las nuevas amenazas contra Rusia, Irán y China. Pero EE.UU. necesita una guerra que no sea muy costosa y garantice su victoria

El más reciente falso positivo de las armas químicas montado contra el país árabe, sirvió de perfecto justificativo para desatar los demonios de la muerte y la destrucción. De nada valen las pruebas que responsabilizan a los terroristas de los innumerables ataques con gases tóxicos contra civiles sirios. Necesitaban una excusa para desatar la locura y proteger a sus derrotados mercenarios que vienen sufriendo grandes pérdidas por el avance de las tropas sirias, y ya la tienen.

Los 50 misiles Tomahak lanzados contra el ejercito sirio marca el inicio de la primera aventura militar de la administración Trump. Las hienas imperiales ríen con sangre entre sus colmillos y garras. Ahora magnate estadounidense promete ser más cruel y belicista que sus antecesores. El impredecible Trump se vuelve cada vez más predecible.

Estados Unidos provoca a Rusia pasado la "linea roja" marcadas en Siria. Días atras lo intentó la entidad criminal de Israel, y la respuesta rusa fue oportuna. Falta saber cuál será la reacción de Rusia e Irán, que no se quedarán de brazos cruzados.

El mundo vuelve a estar a las puertas del infierno por una posible guerra entre potencias nucleares. Trump dijo que no deseaba una guerra entre Rusia y Estados Unidos. Pero la locura, prepotencia y la sed de sangre de las hienas imperiales es incontrolable.