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miércoles, 10 de diciembre de 2014

Sobre las Zonas Económicas Especiales en Venezuela y la experiencia China


Por. Basem Tajeldine
Voces Contra El Imperio

Cuando escuchaba al presidente Nicolás Maduro reflexionar sobre las últimas 28 leyes habilitantes, y especialmente la referida a la creación de las Zonas Económicas Especiales (ZEE), recordé una interesante charla con el camarada José Antonio Egido sobre un libro que había escrito varios años atrás en razón del particular modelo económico de la República Popular China que su dirigencia definió como “socialismo de mercado”. En su escrito, el camarada Egido resalta la teorización que al respecto desarrolló el hoy fallecido líder comunista chino, Chen Yun (1905-1995), que resumía bajo la expresión “El pájaro en la jaula”. De acuerdo con Chen, "la jaula” figuraba la planificación centralizada y dirigida por el Partido Comunista Chino (PCCh) de las ZEE, pero dentro de ésta debía permanecer “el pájaro” (la economía capitalista). Este era libre de volar como desee pero solo dentro de los límites de la jaula. Aquel enunciado de Chen Yun sirvió como título oportuno para el libro del camarada Egido.

Aunque Deng Xiaoping (1904-1997) es considerado mundialmente como el padre de las reformas económicas de China, luego de la muerte del legendario líder de la revolución china, Mao Zedong (1893- 1976), fue precisamente Chen quien más teorizó y se involucró directamente en los detalles de la construcción de las reformas económicas adoptadas por Deng a finales de la década de 1970 y 1980, más tarde definida bajo el nombre de “socialismo de mercado”, así lo reconoce el camarada Egido.

Chen reclamaba que la revolución china, por la difícil situación de haber heredado una economía semi-feudal y con escasas experiencias de capitalismo incipiente, “debía dar cabida (por un tiempo determinado) a la convivencia con los aspectos del capitalismo”, de forma que permitiera desarrollar apresuradamente, y sin mayores traumas, las fuerzas productivas del país asiático, pero sin comprometer los principios de justicia social e igualdad que proclaman las banderas del socialismo chino. Chen interpretaba las ideas de Carlos Marx en aquello que decía:

            Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. (…) Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana. [1].

Premisa que, entre otras, sirvieron a Chen para argumentar la arquitectura de las reformas económicas el Estado debía promover siempre que sean controladas por este y el PCCh.     
Insistía Egido en que el pensador comunista chino estaba muy consciente de los peligros de su propia estrategia económica, y por ello consideraba que la aplicación de las reformas debía hacerse con sumo cuidado y que los límites de “la jaula” debían estar bien definidos y asegurados. Por esa razón, Chen demandaba  el fortalecimiento del PCCh para hacer frente a la naciente burguesía china que surgía junto a las fuerzas productivas capitalistas desarrolladas en ese país; la que pretendía –y sigue procurando- penetrar al partido para destruirlo desde dentro. El sabio Chen alertaba que de no amurallarse ideológicamente el PCCh contra la nueva burguesía “China estaría en peligro de abandonar el socialismo y de restaurar el capitalismo”. Premoniciones que, hasta cierto punto, se han cumplido.

Muchos estudiosos opinan que la jaula construida por Chen Yun para controlar  al capitalismo en China se rompió muy tempranamente, y que la burguesía china hoy logra controlar importantes espacios políticos. Otros, por el contrario, consideran que el PCCh se mantiene consolidado y constantemente luchando contra las desviaciones burguesas, lo que se ha manifestado en los últimos congresos del PCCh y con los juicios a distintos líderes del partido en los últimos años.  

No obstante, fue precisamente Chen Yun, en 1983, uno de los líderes respetados del PCCh que más hizo públicas sus reservas y quejas por la contaminación espiritual que había traído a la República Popular China la introducción de un capitalismo “controlado” que, según el pensador chino, muy tempranamente comenzó a violentar los límites que le había impuesto el propio Estado; penetrando al PCCh y a representar una verdadera amenaza para el futuro de la revolución China.

A nadie duda del éxito económico de China, convertida hoy en la indiscutible primera economía mundial, superando a Estados Unidos en tan solo 65 años (luego de la revolución en 1949), con un PIB de 17,6 billones de dólares, frente a los 17,4 billones de dólares de la otrora primera economía estadounidense, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Esta sola razón hace del modelo chino un atractivo digno de estudio para muchos de derecha e izquierda en todo el mundo.

A diferencia de la China pre revolucionaria, la Revolución Bolivariana heredó un país en 1999 con una precaria economía capitalista rentista-petrolero dependiente y una enorme carga social de pobreza, hambre y desempleo. Los niveles de pobreza en Venezuela llegaron a rondar el 50% en 1999, mientras que la pobreza extrema se ubicó en más del 10% para la misma fecha [2].

La revolución emprendida por el Comandante presidente Hugo Chávez se planteó, en primera instancia, la nacionalización de las industrias estratégicas del país: fundamentalmente la industria petrolera (PDVSA, que estaba en proceso de privatización) y las industrias básicas (la siderúrgica y la industria eléctrica), entre otras como CANTV que habían sido privatizadas durante los gobierno de la 4ta República. Una vez recuperadas las empresas estatales, el gobierno bolivariano pudo disponer de un recurso importante para plantearse la revolución social y económica: dos fases de una misma ofensiva revolucionaria. La primera consistió en la inversión social. Se crearon Misiones y subsidios para saldar la deuda social. La segunda fase es la que se construye hoy: la revolución económica. Si bien para  este propósito el Estado ha venido realizado importantes inversiones, sigue estando aún en proceso de despliegue pero con muchas dificultades que se explican, en parte, por el modelo económico heredado y un contexto internacional poco favorable.           

La burguesía venezolana que controló el poder del Estado hasta 1999, nunca alcanzó a desarrollar las fuerzas productivas del país, por el contrario, continuó creciendo, a decir del gran intelectual venezolano Orlando Araujo (1927-1987) “como una oligarquía importador” [3], por ende, parasitaria y extremadamente relacionada con los capitales transnacionales y dependiente de la renta petrolera del país. Pese a esto, sí logró contaminar con sus ideas y su propia espiritualidad (consumista, fetichista, egoísta, individualista, clasista) y sus falsos sueños de progreso social) a una parte importante de la sociedad venezolana.

El capitalismo fracasó en Venezuela muy temprano, nunca logró desarrollarse. Además, habría que añadir que el modelo capitalista venezolano de subdesarrollo, monoproductor y dependencia de EE.UU. era parte, también, de una imposición foránea aplicada en varios países de la región y el mundo, de la que muy bien teorizaron y explicaron reconocidos intelectuales economistas con la tesis de la Teoría de la Dependencia, entre ellos  Theotonio Dos Santos, André Gunder Frank, y muchos otros.  

Volviendo al punto. Sin lugar a duda, la experiencia económica china es una experiencia digna de estudio, al igual que otras experiencias que merecen también un debate obligatorio para los cuadros políticos y técnicos (economistas) de la Revolución Bolivariana. Claro está, siempre que se estudie bajo criterios válidos y científicos; que conciba las particularidades históricas, las potencialidades, los contextos y los aspectos culturales que permitieron el gran salto del gigante asiático; en la medida que nos permita además conocer los aciertos y los errores de ese modelo para evitar las repeticiones a calco y copia.

¿Serán las ZEE en Venezuela una copia de las desarrolladas en China? ¿Concibe el Estado una participación accionaria significativa en las nuevas industrias más importantes a establecerse dentro de la jaula venezolana? ¿Se encuentra desarrollando el Estado venezolano una Planificación Centralizada para promover el desarrollo de aquellas actividades que realmente son necesarias para el país? ¿Qué hará la Revolución Bolivariana para amurallar ideológicamente al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y evitar el aburguesamiento de sus cuadros? ¿Fuera de los límites de la jaula, también concibe el Estado revolucionario seguir desarrollando las fuerzas productivas sin la intervención del capital privado? La respuesta a éstas preguntas serían fundamentales para un debate de profundidad.

Espero que la Editorial “El Perro y la Rana” aproveche este momento para por fin publicar el citado libro del camarada José Antonio Egido.

Fuentes:
[1] Crítica a la economía política, Por. Carlos Marx.
[2] Pobreza en Venezuela
[3] Venezuela violenta, Por. Orlando Araujo

martes, 2 de diciembre de 2014

¿Por qué Arabia Saudita se opone a los recortes de producción de la OPEP?

Por. Basem Tajeldine
Voces Contra el Imperio

Finalmente, luego de una prolongada reunión de trabajo de los ministros perteneciente a los países que conforman la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el grupo decidió “no recortar su producción petrolera” [1], desvaneciéndose de esta manera, y por ahora, una valiosa oportunidad de incidir en el mercado petrolero internacional para tratar de elevar los precios del crudo que han registrado una pronunciada tendencia a la baja en los últimos meses.

A pocos sorprende la posición asumida fundamentalmente por Arabia Saudita, de oponerse a la propuesta de recortes de producción de petróleo que discuten el resto de los países miembros y no miembros de la OPEP. Vale recordar que desde la creación de la OPEP, hasta el día de hoy, ese país árabe se ha caracterizado por romper todos los records de incumplimiento de las cuotas de producción acordadas por todos los ministros dentro la organización petrolera.  

No cabe lugar a dudas de que el mayor problema que enfrenta el organismo es la singularidad de alguno de sus miembros: países dirigidos por férreas dictaduras apoyadas por EE.UU. e Israel, que poseen muy poca o inexistente soberanía en materia de política petrolera, y cuyos dirigentes los distingue una mezcla de lacayismo, arrogancia, sadismo y prepotencia vulgar

Para peor desgracia de la OPEP, las monarquías árabes cuentan con las mayores reservas de hidrocarburos del Medio Oriente y registran las mayores tasas de producción petrolera de la región y de la mismas organización en general (Arabia Saudita 9,5 MBD; Emirato Árabes Unidos 2,7 MBD; Qatar 658 mil BD), lo que hace que sus posiciones sean determinantes en el organismo.

Muchos opinan que la posición de los sauditas de mantener, o incluso elevar la tasa de producción se debe a una estrategia de “guerra de precios” que busca romper con el dudoso negocio del “fracking” (fractura hidráulica de las rocas de lutitas que contienen petróleo y gas), tecnología que ha logrado “elevar la producción de petróleo y gas en EE.UU”. Sin embargo, esta “iniciativa” saudita se inscribe en contra de la propia OPEP y, a la vez, se contradice con la realidad misma que se manifiesta en los campos de petróleo de esquistos en EE.UU.

Los secuaces de las trasnacionales petroleras estadounidenses, las trasnacionales mediáticas y hasta el propio presidente de EE.UU., Barack Obama, canta victoria cuando nos dicen que gracias a la tecnología empleadas en el “fracking” (“fractura hidráulica de las rocas de lutitas) EE.UU. no tendrá de qué preocuparse “porque habrá petróleo para no menos de 100 años” [2], argumentando que los campos de petróleo no-convencional (arenas asfálticas, petróleo y gas de lutitas) reemplazarán el actual declive de producción que se presentan en los campos de petróleo convencional. 

Sin embargo, llama la atención que contrario a lo que afirman los políticos estadounidenses, y especialmente las compañías petroleras de servicio involucradas en el negocio del “fracking”, la propia Agencia Internacional de Energía (AIE) reconoció en 2013 que el declive histórico de la producción de petróleo (convencional y no-convencional) de ese país se reanudaría ésta misma década [3].   

Todos los medios privados internacionales y los “expertos” tarifados por los lobby’s petroleros se han esforzado en ocultar los verdaderos datos que arrojan todos los mejores pozos de petróleo y gas extraídos de las rocas de lutitas en EE.UU. (de los campos de Texas, Dakota del Norte, Pensilvania, Luisiana y Arkansas).

Según algunos reconocidos investigadores estadounidenses, entre ellos resalta el experto Richard Heinberg, las reservas probadas y publicadas de estos hidrocarburos han sido completamente exageradas por las mismas petroleras interesadas en el negocio del “fracking”. Y lo que es más grave, Heinber revela que varias compañías petroleras estadounidenses se han ocupado en ocultarnos el hecho significativo que la tasa de producción de los campos más importantes de EE.UU. tienden a disminuir de forma drástica durante los primeros 36 meses tras la perforación, entre un 80 y 95 %. Por otra parte, el investigador citado también explica que el "fracking" ha generado un daño ecológico muy grave en EE.UU. Para  Heinberg, EE.UU. tendrá a lo sumo un máximo de 10 años de petróleo [4].

Las denuncias que van surgiendo contra la técnica del “fracking”, hoy convertidas en bandera de lucha por varios investigadores en el mundo, echan por tierra cualquier posibilidad de elaborar una seria defensa de esa técnica.

Por esas razones nos deberíamos preguntar: Si realmente el negocio del “fracking” es un fracaso como aseguran algunos expertos, entonces ¿Cuál es el interés del gobierno estadounidense para manipular con esto? ¿Quiénes ganan y quiénes pierden con el “fracking”?

Esto del “fracking” (fracturación hidráulica de las rocas de lutitas) no es más que una efectiva manipulación publicitaria hecha para influir en los mercados petroleros y promover una estrategia claramente política.

La perforación de los pozos de gas y petróleo atrapados en las rocas de lutitas, implica costos económicos y ambientales que no se comparan con el valor comercial de esos hidrocarburos. En realidad, se trata de una farsa de los bancos de inversión en Wall Street que hacen que las compañías petroleras ligadas a éstos desarrollen actividades cuya “rentabilidad” solo sirve para maquillar un mal negocio y para que los banqueros e inversionistas de las bolsas cobren sus jugosas comisiones.  

Para nadie es un secreto que la banca de inversión gana mucho dinero inflando burbujas y luego liquidando los activos. Así, cuando estalle esta nueva burbuja del “fracking” sucederá lo mismo que cuando estallaron otras burbujas: no serán precisamente los bancos ni mucho menos Wall Street los que quienes paguen ese desastre sino el pueblo estadounidense.

Siendo así, ¿Podría la corona saudita atentar contra los intereses de las compañías petroleras estadounidense y contra las políticas de seguridad energética del gobierno estadounidense, y luego salir ilesa del intento? ¿Son tan libres e independientes los sauditas como para anteponer sus propios  intereses a los de EE.UU. y así jurarle una “guerra de precios contra el “fracking”?

Para nadie es un secreto que la monarquía saudita es completamente dependiente de EE.UU., puesto que sus intereses económicos y políticos se complementan con las necesidades políticas y económicas de EE.UU. Veamos por qué.

Según datos publicados y reconocidos hasta por la AIE, EE.UU. no cuenta con suficientes reservas de hidrocarburos como para cubrir sus necesidades energéticas en el futuro cercano. Y más aún, si las tuviese, ese país seguirá importando petróleo y gas de sus colonias árabes y del resto del mundo porque está obligada en hacerlo.

Para que el modelo económico mundial pactado tras los acuerdos de Bretton Woods en 1945 siga funcionando, y EE.UU. mantenga la hegemonía del sistema, obligatoriamente necesita que los petrodólares estadounidenses sigan inundando los mercados y sirviendo como moneda de transacción y reserva en todo el mundo. Solo de esta manera, las petro-monarquías árabes y otros regímenes pueden seguir financiando la economía del quebrado imperio adquiriendo a la vez bonos del tesoro y depositando las reservas en divisas adquiridas en los propios bancos estadounidenses.

En realidad, EE.UU. se paga y se da el vuelto con los sauditas, ya que financia el derroche de los monarcas árabes y entrega una parte de la renta petrolera que sirven como dádivas para aquellos pueblos oprimidos.

Arabia Saudita es el mayor productor de petróleo del Medio Oriente, el segundo mayor productor del mundo después de Rusia y es el país donde reina una de las monarquías más ricas del mundo, pero, también es el lugar donde reinan la pobreza y la corrupción.

La monarquía saudita es de tipo medieval. Allí no existen libertad de prensa, ni sindicatos, ni libertades políticas, ni derechos para las minorías, ni para las mujeres, ni mucho menos un sistema judicial independiente. Todo el poder del país se encuentra en manos de la casta familiar de los Saud.

Se conoce que la familia real saudita cuenta con más de 8 mil príncipes (la mayoría de ellos no trabaja), que obtienen importantísimos sueldos, lo suficientemente altos como para mantener sus palacios en la Costa Azul, yates en Marbella, y apartamentos de lujo en Nueva York. La Casa Real percibe el 0,3 % del presupuesto nacional, cuyos ingresos por la exportación de petróleo reportan US$ 20.000 millones al año. La revista Forbes reseñó en 2008 que el rey Abdallah ocupa el tercer puesto en la lista de las personas más ricas del mundo, con un patrimonio de US$ 21 mil millones [5]. Una familia tan grande, corrompida y con muchas ambiciones de poder es también sinónimo de muchos problemas.

Son muchos los aspirantes a reemplazar al viejo y enfermo rey Abdallah. Aunque los medios oficiales se encargan de difundir imágenes de unidad familiar, las tensiones y pugnas internas entre los principales aspirantes a convertirse en el próximo monarca son cada vez más rudas. Esta situación ha permitido a los lobbys petroleros estadounidenses y al Departamento de Estado jugar abiertamente el papel de árbitros mediadores para la transición. Como nunca antes en la historia de la familia, esta ha sido tan dependiente del extranjero para decidir un asunto doméstico. El próximo monarca saudita será decidido por EE.UU: el más servil cipayo y agradecido con occidente.

Por otra parte, en los últimos 20 años la población de Arabia Saudita ha crecido de forma exponencial, superando hoy la cifra de 29 millones (uno de los crecimientos poblacionales más altos del mundo), cuya tasa de crecimiento poblacional está calculada en 3.5% (una de las más altas del mundo). A pesar de sus riquezas petroleras, los niveles de pobreza, miseria, desempleo y corrupción son de los más altos del mundo. En las calles de Riad y de otras ciudades abundan los mendigos tanto hombres, como mujeres y niños. Cada vez más, la opulenta realeza saudí es duramente criticada por el pueblo. Ésta casta podrida, dividida y enfrentada por la transición parece no percatarse que se encuentra en medio de una bomba de tiempo a punto de estallar. 

La dinastía saudita, que es también garante de los lugares más importantes de la comunidad musulmana como la Meca y Medina, es la primera responsable de la difusión de las interpretaciones más literales y reaccionarias del Corán.

Desde que en 1745 el emir Muhamad Ibn Saud, fundador de la dinastía saudita, asumiera confesionalmente la doctrina del reformador religioso Muhamad Ibn Abd al Wahhab (1703-1792), el wahabismo- salafismo, ésta pasó a ser parte de la ideología de todo el reino.

Los petrodólares sauditas benefician al Complejo Militar Industrial estadounidense (CMI), cuando el reino saudí adquiere nuevos armamentos o paga los gastos de las tropas y las bases militares de EE.UU. en ese país [6]; y también sirven para financiar el yihadismo-terrorista con la anuencia de la Central de Inteligencia Americana (CIA).

En muchas mezquitas construidas y financiadas por el reino saudita se enseña un Islam falsificado. Estos lugares funcionan como auténticos centros para el lavado de cerebro y reclutamiento de futuros yihadistas.

Es tanto el descaro saudita que Alwaleed bin Talal, un empresario multimillonario y miembro de la casa real de Arabia Saudita, admitió públicamente que ese país financió al Estado Islámico (EI) para ayudar a combatir y derrocar al Gobierno de Siria. Esa revelación tuvo lugar durante una entrevista concedida el pasado martes a la cadena CNN, en la cual el magnate dijo que Arabia Saudita otorgó apoyo financiero a los extremistas del EI. "Desafortunadamente, algunos en Arabia Saudita financiaron a combatientes extremistas en Siria" [7]. 

Entonces, ¿A quién beneficia la caída de los precios del petróleo? ¿Cuándo volverá el rebote de los precios petroleros?

Es importante destacar que la caída de los precios del petróleo no conviene a los países productores, claro está, pero tampoco le conviene a las trasnacionales petroleras de servicios encargadas de la explotación de las piedras de lutitas (“fracking”) en EE.UU., puesto que la tecnología requerida para estos trabajos es muy costosa (todos los expertos coinciden que requiere de un piso de más de 60 dólares para no producir a perdidas) un barril de crudo a 60 dólares, lo que sería una quiebra segura para éstas empresas.

Una de las respuestas lógicas de ésta locura la dio el mismísimo Fondo Monetario Internacional  (FMI) cuando manifestó que la caída del precio del petróleo podría dar un impulso a la economía mundial (occidente) y sostener su recuperación, aún demasiado “desigual”, y al mismo tiempo, golpear las economías de los países productores  [8]. Christine Lagarde, jefa de ese organismo, reconoció que los precios bajos del petróleo es una “buena noticia” para las economías centrales (consumidores). Dijo “Habrá ganadores y perdedores pero, en definitiva es una buena noticia para la economía mundial  (…) Cuando hay una caída de 30% (…) debería traducirse en un excedente de 0.8% para las mayorías de las economías desarrolladas que son todas importadoras de petróleo” [9].

Es evidente que EE.UU. y sus aliados de Europa se plantean promover la recuperación de sus quebradas economías (la revalorización del Dólar y el Euro) por medio del petróleo barato. Lo que se traduce en un ahorro significativo en Divisas estadounidense por cada barril de crudo consumido, y al mismo tiempo, asestar un duro golpe a las economías de países productores que son consideradas “enemigos de la OTAN”, y especialmente de EE.UU.: Rusia, Venezuela e Irán [10].

En conclusión podemos decir que:

1.- El negocio del “fracking” no es más que otro fraude económico y publicitario de EE.UU. que persigue enriquecer a los inversionistas de Wall Street e incidir en recuperación económica de los quebrados “países desarrollados” *.
2.- Por las razones que hemos expuestos más arriba, Arabia Saudita no puede siquiera imaginar plantear una guerra de precios contra los intereses de las compañías petroleras estadounidenses y su gobierno. Sus anuncios representan un verdadero show mediático que contribuye a la estrategia de EE.UU.
3.- La OPEP se encuentra atadas de manos debido a la posición dominante de las corruptas colonias-monarquías árabes mantenidas por EE.UU.
4.- Países como Venezuela, Argelia e Irán que hicieron un esfuerzo de convocatoria importante para la pasada reunión de trabajo ministerial de la OPEP, deberían replantearse una nueva estrategia para el rescate de ese organismo. La más significativa pasa por promover la incorporación de nuevos países productores como miembros plenos de la OPEP, convocando a los nuevos países productores de África y, especialmente a la Federación Rusa.

Ahora la pregunta que resta por responder es ¿Hasta cuándo podrá EE.UU. mantener su incidencia sobre los mercados petroleros?

Somos de la opinión que el juego estadounidense no durará mucho tiempo.

Fuentes:
[1] Información OPEP
OPEP decide no recortar producción
[2] Declaraciones públicas del presidente de EE.UU., Barack Obama en 2012
[3] Datos de la AIE http://www.iea.org/
[4] “fracking: el bálsamo milagroso”, Richard Heinberg. 2014.
[5] crisis en el reino saudita
[6] EE.UU. vende armas a Arabia Saudí
[7] reino saudita financia el EI
[8] FMI caída de los precios del petróleo
[9] FMI dice que precios bajos del petróleo es buena noticia.  Por. AFP
[10] OTAN: 65 años inventando enemigos.

* Es importante destacar que las economías más desarrolladas no es sinónimos de países desarrollados, porque países más pequeños como Suecia, Cuba entre otros presentan índices de desarrollo humano mucho más elevados que varias potencias mal llamadas del primer mundo.