Translate

miércoles, 31 de julio de 2013

El Consejo de Estado y el debate sobre el desarrollo de las fuerzas productivas en Venezuela



Por. Basem Tajeldine
#VocesContraElimperio

Toda revolución socialista si es verdadera se opone a la improvisación política y al pragmatismo degenerante. La revolución es sólo obra de revolucionarios capaces; de intelectuales orgánicos; de hombres y mujeres rebeldes, pero sobre todo conscientes de lo imperativo del debate político, del estudio profundo y de la crítica constructiva y organizada que permita aportar ideas al proceso revolucionario de cambios profundos que reclama la sociedad; de tácticas y estrategias para enfrentar a los poderosos enemigos que nos asechan. Nada de esto sería posible sin la disposición de un espacio idóneo conformado por cuadros políticos de la más alta calidad intelectual y representantes del folclor político revolucionario, pero con poder político y libertades suficientes (sin responsabilidades en la administración del Estado) para que puedan desplegarse a todas sus anchas y tener riendas sueltas para su trabajo.

A buena hora el Presidente Obrero Nicolás Maduro ha llamado para la conformación del Consejo de Estado (máximo órgano de estudio y consulta del gobierno, diseñado por nuestro eterno líder Comandante Chávez) a comprometidos cuadros revolucionarios quienes inicialmente se ocuparan en aportar ideas y recomendaciones sobre cuatro tareas reclamadas con urgencia por el gobierno: “las relaciones con el gobierno de Colombia”; “la seguridad ciudadana”, “el nuevo modelo económico-productivo socialista” y la "la necesidad de una política revolucionaria contra la corrupción".

En el presente artículo, que me he visto obligado a dividir, por su extensión, en varios otros escritos que han sido publicados en la página Web www.aporrea.org, pretendo centrar mis reflexiones sobre uno de los puntos que representa para mi entender –y en esto me acompañan muchos camaradas- el tema de debate más importante y neurálgico para nuestra Revolución Bolivariana. La batalla política contra la derecha bastarda venezolana tiene su propio espacio, pero esta, muchas veces, contribuye a dilatar el debate sobre este tema mucho más importante que, sin dudas, incidirán en nuestro futuro.

No ha existido en el pasado revolución alguna, como tampoco existirá en el futuro una revolución que no haya centrado sus energías en el cambio y desarrollo de un nuevo modelo socio-económico productivo hegemónico que termine por desplazar al sistema caduco existente. Al modelo esclavista y feudal se le impuso el para entonces naciente sistema capitalista durante la revolución burguesa, colocando límites a sus dominios y finalmente guillotinando en Francia a sus monarcas y señores feudales. Según Carlos Marx “la historia de la humanidad es la historia de las lucha de clases” donde un sistema económico caduco es derrotado por otro que nace de sus propias entrañas (desarrolla las fuerzas productivas y crea las condiciones para el cambio del modelo económico) y por las ideas sembrados en muchos.

Pero nuestro proceso es muy complejo porque el capitalismo en Venezuela no ha hecho su parte en la historia del país; no ha desarrollado las fuerzas productivas, por el contrario, se ha transformado en verdadero parásito del gran capital transnacional (burguesía comercial) y de una economía rentista dependiente de la producción y venta de petróleo.

Acumular fuerzas
El socialismo es un hecho de consciencia. Es el reencuentro del hombre con lo humano; la afirmación del ser humano y su naturaleza. El socialismo es humanismo; es la manifestación de un pueblo des-alienado que asume con responsabilidad su deber social, pero también el socialismo es un hecho real, concreto porque exigen el desarrollo de nuevas relaciones de producción y distribución de las riquezas socialmente generadas, radicalmente distintas a las relaciones de producción capitalistas.

Para nuestro Carlos Marx el socialismo surgiría como resultado del desarrollo de las fuerzas productivas a la par de la consciencia social alcanzada por la clase obrera en el transcurso del acumulado histórico de lucha de clases. Con estas afirmaciones Marx no estaba siendo un “etapista”, ni mucho menos un “mecanicista” que creía el socialismo posible tan solo una vez el capitalismo haya cumplido su papel en la historia desarrollado la industria y mecanizado el campo para dar paso de forma “pacifica” al socialismo, sino todo lo contrario.

Carlos Marx fue un científico social materialista -objetivo hasta la médula- porque entendió la necesidad de la lucha política del proletariado para la conquista del poder del Estado y emprender así la revolución socialistas, cambiando de tajo la historia conocida hasta el momento y plantearse la necesidad del desarrollo de las fuerzas productivas bajo un modelo de transición socialista que dependerá mucho de las particularidades de cada país.

Pero Marx ha sido falseado y muchas veces incomprendido por buenos intelectuales. Sus profundos razonamientos ameritan grandes estudios y el cuidado del contexto histórico y la sociedad en que se produce el desarrollo de su análisis. El científico Marx estudió a la sociedad europea que enfrentaba el auge de la revolución industrial y al mismo tiempo la decadencia del sistema impuesta por los límites del sistema. La creciente pobreza que generaba el sistema en Europa iban creando las condiciones objetivas y subjetivas que hicieron pensar al sabio Marx de una inminente revolución proletaria, pero mundialización del capital y las guerras imperiales por las conquistas de las colonias resolvieron momentáneamente aquella situación en el centro del sistema capitalista europeo.

Pero aquellas experiencias también hicieron reflexionar al gigante de Trveris. Marx llegó al convencimiento que "no era la conciencia de los hombres lo que determina su ser (el esclavo asalariado no es consciente de su situación de esclavitud abstraído de su medio de vida), sino al contrario, su ser social (su posición frente a los medios de producción) lo que determinaría en última instancia su conciencia social”. También comprendió que el capitalismo creaba las condiciones mismas de su propio colapso al desarrollar todas las fuerzas productivas, creando muchas riquezas (sobreproducción de mercancías) que era imposible distribuirse por el sistema.  Por esta razón el científico Marx no concebía el socialismo en la pobreza material, sino construido sobre la base riquezas socialmente producidas que serían distribuidas “a cada quién según su aporte”. La teoría marxista podría parecer fácil de comprender, pero su praxis es la complejidad que nos aboca.

De los discursos del Presidente Nicolás Maduro podemos discernir su visión sobre la necesidad de producir riquezas en el país (desarrollar las fuerzas productivas) como estrategia para crear las condiciones materiales-objetivas que permitan acabar con la inflación, generar más fuentes de trabajo y riquezas para repartirlas en la sociedad. En otras palabras, el gobierno del presidente obrerista concibe la transición al socialismo como un acumulado de fuerzas necesarias para el salto cualitativo posterior o dentro de la misma transición con reformas paulatinas. Su planteamiento es visto como correcto y aplaudido por muchos, pero el problema sigue radicando en ¿Cómo alcanzarlo sin permitir que esas mismas fuerzas generadas destruyan también la revolución?

Industrialización a ultranza
Toda revolución verdadera necesita de una teoría revolucionaria. No existe revolución socialista exitosa sin una genuina teoría revolucionaria que la sustente. A diferencia de lo que piensan muchos, nuestra Revolución Bolivariana posee su propia teoría.

Innumerables documentos, miles de citas grabadas y escritas de nuestro Comandante eterno Hugo Chávez, así como también lo esbozado en los estatutos del Partido Socialistas Unido de Venezuela (PSUV), las últimas declaraciones del Comandante Chávez recogidas como testamento llamado “Golpe de timón” y el Plan Socialista de la Patria 2013-2019 recogen lo esencial de la teoría revolucionaria que sustenta lo que debería ser entendido como los lineamientos de la Nueva Economía Política Socialista (NEPS) de la Revolución Bolivariana. Aunque bien es sabido que llevar esta teoría a la práctica exige de mucho trabajo intelectual y práctico; porque en la realidad se encuentran las trabas que muchas veces contradice a la teoría y viceversa. Llegar a ella requiere de rigurosos debates, planes, estrategias y tácticas muy diversas para alcanzar los fines socialistas planteados en la teoría revolucionaria.

No existen razones inteligentes para negar la necesidad de desarrollar las fuerzas productivas del país, pues sin esta resultaría imposible asegurar la completa soberanía económica y política del país y poder controlar ciertos rubros estratégicos para el Estado y el pueblo venezolano.

En los últimos años se han generado muchas preguntas y cuestionamientos lógicos como ¿Qué modelo económico y qué tipo de sociedad imperara en Venezuela sino contara con las riquezas naturales (mineras y energéticas) que dispone? ¿De qué viviría su pueblo? ¿Cómo obtendría recursos para la educación y la alimentación de su pueblo? ¿Qué tipo de soberanía podría alcanzar el país sino procura su propio desarrollo económico? Sin embargo, existen pequeños grupos quienes se oponen a la industrialización a ultranzas del país planteando un debate ambientalista poco convincente y desde posiciones seudo-izquierdistas, limitadas en las banalidades idealistas que también se encuentra dentro de las filas del pensamiento “anticapitalista”, que no llega a las profundidades necesarias para el debate y rayan en el absurdo por no atreverse a presentar una propuesta seria que aborde los problemas sociales y que establezca limitantes al desarrollo.

También están presentes quienes proponen la industrialización a ultranza, destinada a la mayor exportación de bienes elaborados de consumo y materia prima y sólo limitado por las posibilidades de los mercados. Se trata de la misma lógica impresa en el desarrollismo capitalista cepalista que en el mundo globalizado de hoy, marcado por el feroz escenario de las enconadas disputas comerciales y conquista de mercados entre los grandes bloques económicos que se enfrentados actualmente, no encuentra pies ni cabe. Pero también estamos quienes planteamos algo distinto.

La proeza del socialismo
Nuestra realidad económica encuentra clara respuesta en la historia de nuestro país. Grandes intelectuales marxistas venezolanos como Salvador de la Plaza, Orlando Araujo, Ramón Losada Aldana, entre muchos otros, han señalado que las causas fundamentales de nuestro escaso desarrollo económico-industrial radica en el modelo feudal dependiente de la metrópolis instaurado en Venezuela desde la época de la colonia que la mantuvo en el atraso histórico reprimiendo, por mucho tiempo, el surgimiento de una burguesía nacional verdaderamente productiva.

Pero este hecho conocido; que detuvo una posible revolución burguesa a la venezolana y el desarrollo de las fuerzas productivas en el país (tal como si se produjo en Colombia, Brasil, Argentina) que haya permitido acabar con el atraso en el campo y la industria impuesto por las mismas estructuras feudales, no significa que aun estemos a tiempo para hablar de esto. Pues, hablar en la actualidad de “propiciar el desarrollo de la burguesía nacional productiva” en los momentos que la globalización rapaz y sus monopolios han terminado de orquestar su jugada maestra invadiendo los mercados del mundo con sus mercancías y tecnología, destruyendo o subordinando a los capitales locales y a sus gobiernos a los intereses del centro capitalista mundial, atándolos al Fondo Monetario Internacional (FMI) para hacer cumplir sus recetas políticas desreguladoras y de “apertura” (las infames políticas neoliberales), o atacando militarmente a aquellos otros gobiernos que levantan banderas de resistencia, dignidad, soberanía y desarrollo propio, para terminar por imponerles un Estado fallido (ejemplo Libia, Irak, Afganistán, y las pretensiones contra Siria e Irán), es un completo absoluto e inaceptable absurdo.

Escribo estas líneas porque nuevamente vuelve a ser desempolvadas por algunas corrientes reformistas y reaccionarias que hacen vida dentro de la Revolución Bolivariana aquella vieja tesis que busca promover la creación de una “burguesía nacional productiva”, en alianza con el Estado venezolano, y copiar el infame modelo de maquilas en “zonas económicas especiales” dentro del país. La experiencia económica China es sin duda exitosa, pero sólo ajustada a la historia, cultura y las particularidades de su pueblo. Esta experiencia desarrollista que combina un extraño “socialismo de mercado” con lo peor del capitalismo tiene poco que aportar para nuestras necesidades. La dirección política china está consciente que su modelo económico es muy propio e inimitable por otros países. China es un aliado que respetamos y deseamos mantener, pero que debemos estudiar profundamente para no repetir sus errores. El polvo levantado por quienes apuestan por la experiencia china comienza a causar alergia entre muchos revolucionarios. Esta tesis la esgrimen algunos reformistas y desubicados en oposición frontal al Plan de la Patria 2013-2019, aun cuando procuran maquillarla como su estrategia. Urge profundizar el debate.

Si bien es cierto que la construcción del socialismo en Venezuela requiere del desarrollo de las fuerzas productiva del país para procurar la soberanía alimentaria y sobre ciertos aspectos tecnológicos y productivos fundamentales para nuestra economía, tampoco es menos cierto que el Estado venezolano tiene capacidad suficiente para desarrollar tales fuerzas por sí mismo, bajo un modelo propiamente socialista que concibe la participación mayoritaria o total y rectoría de este sobre lo fundamental de la economía (Industria Petrolera, Empresas Básicas, Grandes Procesadoras de Alimento, la Banca, etc.) y el impulso de la economía comunal sobre los aspectos no medulares.

El Estado socialista visualizado y plasmado por el Comandante Chávez en su propuesta Plan de la Patria no excluye a la burguesía nacional productiva existente, pero menos aun se apoya en esta para el desarrollo del país. También concibe la necesidad de la integración regional de forma que permita impulsar del desarrollo de las fuerzas productivas nacionales y de toda la región creando un frente común contra las agresiones imperiales. Venezuela hoy es parte del Mercosur, y los capitales regionales en su lucha y contradicción contra las grandes transnacionales pueden ofrecer aquello que la burguesía venezolana nunca pudo ni podrá promover en el país. Dependerá de las estrategias a tomar por nuestro Estado revolucionario para tal propósito, pero también dependerá de mucha habilidad política, ideas y de una organización para evitar caer en el juego perverso del capital y su lógica enajenante desarrollista, depredadora.   

El desarrollo de las fuerzas productivas nacionales y la integración económica regional nos permitirá alcanzar aquellos sueños de justicia social y unión que hará realidad la máxima de aquel otro gigante Carlos Marx que prefiguró una sociedad verdaderamente humanista, sin clases sociales, donde las riquezas socialmente producidas serían repartidas “a cada quién según sus necesidades y aporte”.

Construir el Socialismo Bolivariano será la más grande empresa de los revolucionarios venezolanos. Como científicos marxistas no podemos decir cómo será el modelo, pero si decir lo que no debe ser. Estamos obligados en aportar para su construcción de acuerdo a las experiencias socialistas del pasado y del presente, pero también de acuerdo a las particularidades y necesidades inmediatas y fundamentales de nuestro pueblo y de toda la región. 

jueves, 25 de julio de 2013

Los corruptos enchufados de la derecha

Por. Basem Tajeldine

El gobierno obrerista del compañero Nicolás Maduro le ha declarado la Guerra a muerte contra la corrupción. Los primeros caídos han sido todos responsables de cargos importantes dentro del aparataje del Estado burgués, que van desde la antigua dirección y coordinadores regionales del INDEPABIS en todo el país; algunos chivos del SENIAT en los puertos marítimos del país; los famosos enchufados CAPRILISTAS gerentes del fondo Chino-Venezuela (BANDES) que pretendieron robar más de 84 millones de dólares, entre otros. Las banderas por la justicia social, la igualdad y de lucha contra la corrupción son originarias de la izquierda revolucionaria; son el cemento de nuestros pilares fundamentales que mantienen firme nuestra moral y ética revolucionaria. Ellas nos diferencian de la criminal y corrupta por naturaleza burguesía venezolana. Sin ellas somos nadie. 
 
La derecha lo sabe, y disparan con seguridad por ese flanco. Los bastardos de la burguesía buscan destruirnos atacando el pilar más importante de nuestra revolución. Saben que si lograsen el objetivo de manipular a las mayorías del pueblo en nuestra contra, mintiendo, igualándonos a ellos, estaríamos acabados. Disparan contra nuestros fundamentos, roban nuestras banderas, buscan difamarnos porque comprenden que nuestras ideas tienen valor y han logrado cimentar en las mentes de millones de venezolanos gracias a la pureza de ellas; gracias a nuestra moral y ética revolucionaria. Se equivocó nuestro compañero diputado Pedro Carreño cuando dijo que “la corrupción no tiene ideología”, pues, si la tiene, la corrupción es la ideología del capitalismo y la naturaleza de la burguesía. 

La derecha juega sucio, muchas veces con complicidad de sus fichas dentro del Estado. Los verdaderos “enchufados” son sus bastardos infiltrados. Alguien debe explicarnos el ¿Por qué la mayoría de los corruptos capturados en el caso BANDES - Fondo Chino son militantes del partido fascista  Primero Injusticia? ¿Quién colocó a estos corruptos en cargos de responsabilidad administrativa? 

Muchas de las fallas que ocurren dentro del Estado son inexplicables. Nada ni nadie puede justificar el ¿Por qué hasta hoy no se ha organizado, no existe una estructura política contralora eficiente dentro de todas las instituciones del Estado, naturalmente dependiente de la Contraloría General de la República, capaz de librar una real campaña contra la corrupción de forma consecuente?

Así como tampoco nada ni nadie puede justificarnos el ¿Por qué hasta hoy el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), o el Gran Polo Patriótico (GPP) no posee una estructura política con autoridad, pero sin responsabilidades administrativas o cargos políticos dentro del Estado, capaz de dar una batalla efectiva contra ese flagelo y contra los enchufados de la derecha dentro del Estado? La carencia de estructuras contralora y verdaderamente revolucionarias facilita el trabajo sucio de la derecha.