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jueves, 22 de septiembre de 2011

De la “guerra preventiva” a la “responsabilidad de proteger”


 Por. Basem Tajeldine
Centro de Saberes Africanos

No se equivocó el dramaturgo griego Esquilo (525-456 a d C.) cuando dijo que “la verdad es la primera victima de de todas las guerras”. Sin lugar a dudas, los medios transnacionales de difusión de información son expertos en mentir cuando se deciden las guerras. Ganar o neutralizar la opinión pública mundial, pero sobre todo la opinión del pueblo estadounidense y europeo es entendida por los señores de la guerra como política fundamental. Sin haberse cumplido esta, el juego se complica. La agresión de la OTAN contra Libia ha bautizado un nuevo formato de intervenciones imperiales ahora bajo pretextos falsos “humanitarios”. Nuevamente la mentira vuelve a ser la primera victima de la guerra. Los “tanques pensantes” o “thinks tanks” del CFR (Graziano Walter, Hitler ganó la guerra, 2005) y los Lobbys encargados de promover y justificar las guerras “necesarias” de los poderes económicos mundiales, han visto la oportunidad de adaptar el obsoleto discurso bautizado por la administración W. Bush: “guerras preventivas” contra el enemigo “terrorista (George W. Bush, discursos 2001) a las nuevas condiciones del momento.

Los viejos pretextos “preventivos” y “antiterroristas” que justificaron las guerras imperiales contra Afganistán e Irak no permitían mayores márgenes de acción y de engaño que permitan emprender las nuevas misiones militares neo-colonizadoras contra aquellos países que de hecho habían colaborado con Occidente en su llamada “lucha contra el terrorismo”. La opinión pública mundial esta vez tenía que ser moldeada a las nuevas necesidades imperiales y condiciones de los países victimas. El nuevo pretexto de “guerras humanitarias” y de “responsabilidad de proteger” a civiles vino a llenar el vacío retórico que subyace en las llamadas “guerras preventivas” para adelantarse a reacción contraria de la opinión pública mundial por la agresión contra un país, como es el Libia, que hasta hace poco era considerado tanto por la administración W. Bush y la actual de Obama como “amigo en la lucha contra el terrorismo”. Una vez más la arrogancia de los poderes fácticos mundiales le demostraban al mundo que el capital no posee amigos sino sólo intereses. Asemejan pirañas depredadoras capaces de devorarse entre ellas mismas, y a cualquiera, a la menor muestra de debilidad.        

Las “guerras humanitarias” bautizadas por la administración Obama no vienen para sustituir el viejo formato intervencionista de guerras infinitas o guerras “preventivas”  de su predecesor W. Bush, sino para adaptarse al nuevo contexto político internacional e interno “espiritual” del que surge la nueva administración Obama, y las particularidades propias de Libia. Obama pretende rescatar la retórica fundamentalista del “destino manifiesto” que sustituyó el pragmatismo belicista de la administración W. Bush. Esta vez el “destino manifiesto” aplicado más allá del continente americano.

“El destino manifiesto del pueblo americano es extenderse por el continente, tal como le fue asignado por la providencia a fin de permitir el libre desarrollo de nuestra población”.  (Howard Zinn, 1999 La otra historia de los Estados Unidos)

El “merito” de  Obama es haber transformado la vieja retórica de W. Bush  en otra mediaticamente más efectiva.

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