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lunes, 8 de septiembre de 2014

¿Hasta qué punto conviene a occidente la inestabilidad en Libia?


Por. Basem Tajeldine y Jesús Romero
Centro de Saberes Africanos

La intervención de las fuerzas de la Organización para el Tratado Atlántico Norte (OTAN) en La Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista en 2011, bajo el pretexto de “proteger a la población civil” libia de Muammar Al Gaddafi , convertido en un “desalmado dictador” por los medios occidentales , terminó provocando miles de muertes, la destrucción de buena parte de la infraestructura civil de ese país y la anarquía hoy reinante en ese país.

Luego del magnicidio al líder libio Muammar Al Gaddafi, el 20 octubre de 2011, aquel Libia fue finalmente conquistada por una dirigencia pro-occidental que ha sido completamente incapaz de gobernar al país y de controlar a las milicias islamistas que fueron armadas por la OTAN para derrocar a la Yamahiriya Libia y asesinar al líder libio. Desde aquel fatal evento filmado por los propios mercenarios libios pro-otanistas y celebrado por la entonces Secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary Clinton (por cuya sádica expresión pretendía emular al emperador romano Julio Cesar tras la batalla de Zela, cuando derrotó al rey del Ponto, en 47 a.C., “Veni, vidi, vici”), hasta el día de hoy, se han suscitado seis (6) gobiernos en aquel país árabe.

La locura colectiva, el saqueo y la muerte reinan en el país que conoció los mayores índices de desarrollo humano de toda el África. Los medios occidentales dicen que es el costo de la “libertad”.  Los libios están acostumbrándose a ser “libres” a lo occidental.

El Estado libio tampoco ejerce control efectivo sobre la producción y venta de petróleo. En realidad no existe algo que se llame Estado libio, ni nada parecido a eso.

La Libia “democrática” de la OTAN es el clásico ejemplo de “Estado fallido”. La anarquía generada en ese país ha permitido que los más complacientes pro-otanistas jefes tribales (Kabilas) y que algunas milicias islamistas de Cirenaica (región que posee los mayores yacimientos de petróleo) se hayan apoderado del recurso, claro está, contando con el apoyo de algunas compañías transnacionales estadounidense y europeas, o mejor dicho, viceversa.

La luchas fratricidas internas entre la mampara de gobierno central, los cientos de jefes tribales, las cientos de milicias y las diferentes formaciones laicas; la debilidad de las seis formaciones gubernamentales tras la toma del poder; la menguada capacidad bélica de las resistencia verde (los gaddafistas que esperan pacientes la contra ofensiva) y las nuevas correlaciones de alianzas entre otras minorías étnicas tuareg y negras, etc., han impedido la consolidación de posiciones que permitieran determinar con claridad cuál de todos los grupo controla determinado territorio y alcanzaría el poder en el futuro.

Situación actual en Libia.
El 18 de mayo de 2014, las milicias laicas controladas por el General Khalifa Haftar (general libio que entre 1978 y1987 participó en el conflicto entre Libia y Chad, para luego desertar del ejercito de ese país y refugiarse en EE.UU.) iniciaron una rebelión armada e irrumpieron contra la agrupación islamista que logró imponerse en el parlamento libio y había designado de forma fraudulenta a Ahmed Miitig, empresario de 42 años oriundo de la provincia de Misrata, como Primer Ministro de Libia.

Los combates entre las tropas leales al General Haftar y las milicias islamistas se iniciaron en la ciudad de Bengazi, pero han llegado a la ciudad de Trípoli, la capital de Libia.

La lucha por el control del aeropuerto internacional de Trípoli ha sido la más reseñada por los medios occidentales que en los últimos días se han dado a la tarea de desinformarnos un poco. Aquel aeropuerto ha permanecido bajo el control de una alianza de grupos islamistas proveniente de las ciudades de Al Zintán y Misrata desde la caída del líder libio Gaddafi [1].

La ciudad capital  vive una creciente ola violencia. La cifra de muertos y heridos sobrepasan los 300 en los 3 últimos meses, pero ninguna de las partes sigue siendo lo suficientemente fuerte como para definir a su favor el conflicto.

El pasado 18 de julio, el gobierno libio advirtió al Consejo de Seguridad de la ONU que el país podría convertirse en un “Estado fallido” de no recibir mayor ayuda para entrenar a las fuerzas de seguridad [2]. Sin embargo, ese término es precisamente lo que bien define a Libia desde el inicio de la agresión de la OTAN en febrero de 2011.

Como expresión de lo grave de la situación en Libia, las Embajadas de España, Reino Unido, Francia, Egipto, Italia, Grecia, Argelia, Brasil, Canadá y Holanda, entre otras, han decidido abandonar Libia ante la incontrolable situación [3].

EE.UU. que ya había perdido a un embajador en Libia el 12 de septiembre de 2012 a manos de los mismos grupos islamistas que ellos mismos armaron, terminó por trasladar a más de 150 miembros del personal de su embajada a Túnez, país fronteriza con Libia [4]. Mientras que China, por su parte, pidió a sus nacionales que abandonen el país y a las empresas que tienen sede en Libia que evacuen a su personal.

La producción de petróleo libio no ha dejado de disminuir desde la caída de la Yamahiriya. Según varias fuentes petroleras, el nivel actual de la producción petrolera libia apenas alcanza una tercera parte de la producción antes de 2011. En los últimos días, la misma ha permanecido en 535,000 barriles por día (bpd). Aun así, la producción libia es mucho menor a los 1.4 millones de bpd que bombeaba años pasados [5].

Mustafa Sanallah es el nuevo director de National Oil Corp, la sociedad petrolera estatal que no controla nada, pero que sirve de apariencia, ha manifestado que las explotaciones de petróleo libias corren peligro de interrumpirse totalmente en el curso de las próximas semanas [6].

La realidad de aquel país árabe y africano permite concluir que será inviable un Estado libio unido bajo la administración de un gobierno pro-occidental y bajo la presencia de las milicias islamistas fuertemente relacionadas con Al-Qaeda y el Emirato islámico de Irak y el Levante (EIIL).

Otras fuentes poco seguras, pero muy factibles, vienen informando de los esfuerzos de la resistencia verde que controla la mayor parte de los territorios al sur de Libia, por consolidar un liderazgo único y por la búsqueda de apoyo de algunos gobiernos de la región, así como también de Rusia y China. Asimismo, informan sobre una factible “alianza táctica anti islamista” entre los verdes y el General Khalifa Haftar.

¿Hasta qué punto EE.UU. apoya al General Haftar en contra de sus “buenos muchachos” los islamistas quienes han hecho un excelente trabajo sucio, tal como requerían los planes de la OTAN en Libia?

Lo más importante, lo que mantiene ocupado a los “think tank” del Pentágono estadounidense, está en determinar hasta qué punto conviene la paz y la estabilidad de Libia de forma que permita asegurar que el petróleo siga fluyendo sin controles y sin muchas complicaciones, mientras que Libia se mantenga lo suficientemente dividida e inestable como para asegurar la permanente presencia de EE.UU. y sus transnacionales en ese país y sin muchos dolores de cabeza para asegurar el robo de sus riquezas.    


Fuentes:
[1] Aeropuerto de Libia bajo control de los islamistas
[2] Libia pide ayuda a la ONU
[3] Combates en Libia dejan cientos de muertos, mientras embajadas abandonan ese país
[4] Personal de EE.UU evacua Libia
[5] Producción de petróleo en Libia
[6] Imparable caída del sector petrolero en Libia


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