Por. Basem Tajeldine y Jesús
Romero
Centro de Saberes Africanos
La intervención de las fuerzas de la
Organización para el Tratado Atlántico Norte (OTAN) en La Gran Yamahiriya
Árabe Libia Popular Socialista en 2011, bajo el pretexto de “proteger a la
población civil” libia de Muammar Al Gaddafi , convertido en un “desalmado
dictador” por los medios occidentales , terminó provocando miles de muertes, la
destrucción de buena parte de la infraestructura civil de ese país y la
anarquía hoy reinante en ese país.
Luego del magnicidio al líder
libio Muammar Al Gaddafi, el 20 octubre de 2011, aquel Libia fue finalmente
conquistada por una dirigencia pro-occidental que ha sido completamente incapaz
de gobernar al país y de controlar a las milicias islamistas que fueron armadas
por la OTAN para derrocar a la Yamahiriya Libia y asesinar al líder libio. Desde
aquel fatal evento filmado por los propios mercenarios libios pro-otanistas y
celebrado por la entonces Secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary
Clinton (por cuya sádica expresión pretendía emular al emperador romano Julio
Cesar tras la batalla de Zela, cuando derrotó al rey del Ponto, en 47 a.C.,
“Veni, vidi, vici”), hasta el día de hoy, se han suscitado seis (6) gobiernos en
aquel país árabe.
La locura colectiva, el
saqueo y la muerte reinan en el país que conoció los mayores índices de
desarrollo humano de toda el África. Los medios occidentales dicen que es el costo
de la “libertad”. Los libios están
acostumbrándose a ser “libres” a lo occidental.
El Estado libio tampoco
ejerce control efectivo sobre la producción y venta de petróleo. En realidad no
existe algo que se llame Estado libio, ni nada parecido a eso.
La Libia “democrática” de la
OTAN es el clásico ejemplo de “Estado fallido”. La anarquía generada en ese
país ha permitido que los más complacientes pro-otanistas jefes tribales
(Kabilas) y que algunas milicias islamistas de Cirenaica (región que posee los
mayores yacimientos de petróleo) se hayan apoderado del recurso, claro está,
contando con el apoyo de algunas compañías transnacionales estadounidense y
europeas, o mejor dicho, viceversa.
La luchas fratricidas
internas entre la mampara de gobierno central, los cientos de jefes tribales,
las cientos de milicias y las diferentes formaciones laicas; la debilidad de
las seis formaciones gubernamentales tras la toma del poder; la menguada
capacidad bélica de las resistencia verde (los gaddafistas que esperan
pacientes la contra ofensiva) y las nuevas correlaciones de alianzas entre
otras minorías étnicas tuareg y negras, etc., han impedido la consolidación de
posiciones que permitieran determinar con claridad cuál de todos los grupo
controla determinado territorio y alcanzaría el poder en el futuro.
Situación
actual en Libia.
El 18 de mayo de 2014, las
milicias laicas controladas por el General Khalifa Haftar (general libio que
entre 1978 y1987 participó en el conflicto entre Libia y Chad, para luego
desertar del ejercito de ese país y refugiarse en EE.UU.) iniciaron una
rebelión armada e irrumpieron contra la agrupación islamista que logró
imponerse en el parlamento libio y había designado de forma fraudulenta a Ahmed
Miitig, empresario de 42 años oriundo de la provincia de Misrata, como Primer
Ministro de Libia.
Los combates entre las
tropas leales al General Haftar y las milicias islamistas se iniciaron en la
ciudad de Bengazi, pero han llegado a la ciudad de Trípoli, la capital de
Libia.
La lucha por el control del
aeropuerto internacional de Trípoli ha sido la más reseñada por los medios occidentales
que en los últimos días se han dado a la tarea de desinformarnos un poco. Aquel
aeropuerto ha permanecido bajo el control de una alianza de grupos islamistas
proveniente de las ciudades de Al Zintán y Misrata desde la caída del líder
libio Gaddafi [1].
La ciudad capital vive una creciente ola violencia. La cifra de
muertos y heridos sobrepasan los 300 en los 3 últimos meses, pero ninguna de
las partes sigue siendo lo suficientemente fuerte como para definir a su favor
el conflicto.
El pasado 18 de julio, el
gobierno libio advirtió al Consejo de Seguridad de la ONU que el país podría
convertirse en un “Estado fallido” de no recibir mayor ayuda para entrenar a
las fuerzas de seguridad [2]. Sin
embargo, ese término es precisamente lo que bien define a Libia desde el inicio
de la agresión de la OTAN en febrero de 2011.
Como expresión de lo grave
de la situación en Libia, las Embajadas de España, Reino Unido, Francia,
Egipto, Italia, Grecia, Argelia, Brasil, Canadá y Holanda, entre otras, han
decidido abandonar Libia ante la incontrolable situación [3].
EE.UU. que ya había perdido
a un embajador en Libia el 12 de septiembre de 2012 a manos de los mismos
grupos islamistas que ellos mismos armaron, terminó por trasladar a más de 150
miembros del personal de su embajada a Túnez, país fronteriza con Libia [4]. Mientras que China, por su parte,
pidió a sus nacionales que abandonen el país y a las empresas que tienen sede
en Libia que evacuen a su personal.
La
producción de petróleo libio no ha dejado de disminuir desde la caída de la
Yamahiriya. Según varias fuentes petroleras, el nivel actual de la producción
petrolera libia apenas alcanza una tercera parte de la producción antes de
2011. En los últimos días, la misma ha permanecido en 535,000 barriles por día
(bpd). Aun así, la producción libia es mucho menor a los 1.4 millones de bpd
que bombeaba años pasados [5].
Mustafa Sanallah es el nuevo
director de National Oil Corp, la sociedad petrolera estatal que no controla
nada, pero que sirve de apariencia, ha manifestado que las explotaciones de
petróleo libias corren peligro de interrumpirse totalmente en el curso de las
próximas semanas [6].
La realidad de aquel país árabe
y africano permite concluir que será inviable un Estado libio unido bajo la
administración de un gobierno pro-occidental y bajo la presencia de las
milicias islamistas fuertemente relacionadas con Al-Qaeda y el Emirato islámico
de Irak y el Levante (EIIL).
Otras fuentes poco seguras,
pero muy factibles, vienen informando de los esfuerzos de la resistencia verde que
controla la mayor parte de los territorios al sur de Libia, por consolidar un
liderazgo único y por la búsqueda de apoyo de algunos gobiernos de la región,
así como también de Rusia y China. Asimismo, informan sobre una factible “alianza
táctica anti islamista” entre los verdes y el General Khalifa Haftar.
¿Hasta qué punto EE.UU.
apoya al General Haftar en contra de sus “buenos muchachos” los islamistas quienes
han hecho un excelente trabajo sucio, tal como requerían los planes de la OTAN
en Libia?
Lo más importante, lo que
mantiene ocupado a los “think tank” del Pentágono estadounidense, está en
determinar hasta qué punto conviene la paz y la estabilidad de Libia de forma
que permita asegurar que el petróleo siga fluyendo sin controles y sin muchas
complicaciones, mientras que Libia se mantenga lo suficientemente dividida e
inestable como para asegurar la permanente presencia de EE.UU. y sus
transnacionales en ese país y sin muchos dolores de cabeza para asegurar el
robo de sus riquezas.
Fuentes:
[1] Aeropuerto de Libia bajo
control de los islamistas
[2] Libia pide ayuda a la
ONU
[3] Combates en Libia dejan
cientos de muertos, mientras embajadas abandonan ese país
[4] Personal de EE.UU evacua
Libia
[5] Producción de petróleo
en Libia
[6] Imparable caída del
sector petrolero en Libia
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