Por. Basem Tajeldine
Los países que conforman al
grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que abarcan en suma el 23%
de la superficie terrestre y el 40% de la población mundial (más de 3 mil
millones de personas), se perfilan como el espacio económico y político más
importante de la actualidad, dejando muy por detrás a EE.UU. y a sus aliados de
la decadente Unión Europea (UE).
Sin subestimar el potencial
económico, político y militar de cada uno de los países del bloque BRICS, la
República Popular China distingue, sin lugar a dudas, como el miembro más
importante de aquel grupo, por ser la potencia económica más importante del
momento que ha logrado arrebatar el título de “Primera Economía Mundial” a EE.UU
desde el 2013.
Cabe recordar que varias fuentes
internacionales reseñaron las buenas nuevas al cierre de 2013, cuando dieron a
conocer al mundo que los intercambios comerciales (balanza comercial) de China
superaron, por primera vez en la historia, a los de EE.UU. [1] con más de 3,1 billones de Euros (más de USD 4 billones), con
superávit a favor de China de 195 MM de Euros [2]. EE.UU. ha venido presentando un déficit comercial desde 1975. Mientras
que China ha experimentado un crecimiento sostenido desde aquella fecha hasta
hoy, con cifras que hoy superan al 8% de PIB anual, y posee en la actualidad la
mayor reserva en divisas del mundo, con más de 3.3 billones USD, que doblan el
valor de las reservas mundiales de oro [3].
La presencia de los jefes de
Estado de la Federación Rusa y de la República Popular China, Vladimir Putin y
Xi Jimping, en la pasada VI Cumbre de los países que conforman el grupo BRICS
(Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) celebrada en los días 16 y 17 de
abril en la República Federativa del Brasil, así como también el recorrido que ambos
presidentes realizaron por varios países de la región, al margen de la cumbre, es
muestra de la importancia estratégica que ha adquirido Latinoamérica para la
diplomacia de ambas potencias.
Rusia y China han entendido
que el futuro de ambas potencia dependerá, cada vez más, de la suerte del otro,
y que también necesitan formar fuertes alianzas con el resto de los países
emergentes bajo un formato distinto, cambiando de modo importante los modelos
de integración y de las relaciones internacionales que hasta ahora han imperado
con el resto de las economías del mundo; el mal ejemplo que representa la UE.
Ambas potencias conocen bien
el tablero en que juegan. Saben que están interviniendo en un terreno buscando
relacionarse con países que siguen siendo considerados por los arrogantes
estrategas y políticos estadounidenses como su exclusivo “patio trasero”. Sin
embargo, también saben que EE.UU. ya no puede, ni tiene nada que ofrecer a la
región, pero que depende de ella, así como también de China y del mundo. Rusia
y China saben que hoy en Latinoamérica se levantan banderas de soberanía y que
sus países construyen nuevos organismos regionales de integración (sin la
intervención de los EE.UU.) como la UNASUR, CELAC, ALBA, entre otros.
Por esta razón, tanto Rusia
como China entienden la necesidad de concebir un trato especial, de forma
directa y privilegiada con los líderes de la región, que éste debe ser radicalmente
diferente al que define a EE.UU. (de relaciones asimétricas y de chantaje, de intervenciones
en los asuntos internos y sometimiento a los intereses de sus transnacionales).
El
ejemplo de las relaciones con China.
Hasta ahora no existe un
solo mal ejemplo que pueda ser utilizado para refutar que las relaciones
políticas, económicas y militares que en los últimos años ambas potencias han venido
desarrollado con los países de la región hayan sido perjudiciales y de
imposición. Hasta hoy éstas han buscado distinguirse por el respeto a las
soberanías de los pueblos latinoamericanos y caribeños, así como por el entendimiento
y el abordaje de las asimetrías económicas existentes (aunque datos de la CEPAL
parecen contradecir ésta última afirmación [4]).
Las asimetrías existentes, los modelos económicos
dependientes y mono productivos de los países de la región, etc. Ponen en
cuestión la buena marcha de las relaciones BRICS – Latinoamérica.
El punto fundamental de
discusión de la cumbre BRICS y los jefes de Estado de la UNASUR (además de la
creación del Banco de Desarrollo y del fondo de Reservas de los BRICS, así como
la relación de estos nuevos Entes con los países de la región), rondó también en
torno a las exigencias de varios líderes latinoamericanos por transformar de
forma cualitativa las relaciones comerciales entre el grupo BRICS y los países
de la región (especialmente entre China y Latinoamérica) las que, hasta ahora, se
han centrado en inversiones sólo en el sector primario de la economía así como en
el financiamiento para la importación de mercancías provenientes de China (extracción
de materia prima y comercio bilateral con balanza comercial favorable a China
según datos de la propia CEPAL).
Quizás la profundización de
las relaciones económicas entre China y Venezuela resultan un buen indicativo
de cambios; de la comprensión de las asimetrías y diversificación de las
inversiones.
Desde la llegada al poder de
la Revolución Bolivariana en 1999, China y Venezuela han profundizado y
mantenido hasta hoy una estrecha relación de carácter estratégico en lo
político, financiero y comercial que se sustentan en más de 450 acuerdos de
cooperación en distintas áreas [5].
Naturalmente, el petróleo venezolano
ha sido el factor clave en las relaciones económicas entre Venezuela y China.
El gigante asiático consume más
de 10,3 millones de barriles diarios de petróleo, es el segundo consumidor del
mundo [6]. La mayor parte de sus importaciones
de hidrocarburos provienen del Medio Oriente, por lo que conviene a ese país diversificar
su mercado de importación con diferentes proveedores más seguros de energía, para
no depender completamente de aquella región que experimenta fuertes conflictos
armados motivados por EE.UU.
Conscientes de esto, la
Corporación Nacional de Petróleos de China (CNPC) y Petróleos de Venezuela
(PDVSA) han firmado acuerdos de cooperación energética para la explotación de
600.000 barriles de crudo diarios en varias áreas de la faja petrolífera del
Orinoco, entre otros. China se ha convertido en uno de los principales socios
de Venezuela con inversiones que abarcan no solo el área petrolera (compra de petróleo
e inversiones en infraestructura petrolera) por parte del gigante asiático, sino
también con inversiones en infraestructura terrestre, viviendas para el pueblo,
en telecomunicaciones (2 satélites), fábricas para el ensamblaje de vehículos y
teléfonos celulares, producción de alimentos, etc. Lo que ha generado un importante valor
agregado en el país.
La clave del éxito del BRICS,
y de su relación positiva con los países de la región, radicará en la
diversificación de las inversiones, prestando mayor atención en desarrollar la
cadena de valor en la región (industrialización y trasferencia tecnológica)
para equilibrar las grandes asimetrías actuales y crear vínculos inquebrantables.
Fuentes:
[1] China primera potencia http://www.elcomercio.com/actualidad/negocios/china-se-convierte-primera-potencia.html
[2] Balanza comercial http://www.datosmacro.com/comercio/balanza
[3] Reservas China duplican
el valor de las reservas en oro
[4] Hoja informativa
China-CEPAL
[5] Acuerdos entre China y
Venezuela.
[6] Mayores consumidores de petróleo
del mundo