Por. Laila Tajeldine y Basem Tajeldine
@lailatajeldine @BasemTajeldine
En el “civilizado” mundo occidental del siglo XXI (entiéndase
como Europa, Estados Unidos, y también en América Latina) a muchos, todavía,
embarga un profundo desconocimiento de los pueblos que hoy sufren por los más
brutales conflictos geopolíticos disfrazados de “religiosos”. La gran media
internacional, y especialmente el sistema educativo occidental se han encargado
de manipular la verdad y no profundizar en la información para hacer que sus
pueblos desconozcan las razones de fondo que motivaron los conflictos que se
suscitan, no casualmente, en las regiones definidas por su importancia
geoestratégicas; que disponen de importantes reservas de hidrocarburos y otras
materias primas.
La mezcla maquiavélica de generalización y/o
asociación e ignorancia beneficia a los promotores del desastre humanitario que
experimentan los pueblos árabes. Los medios occidentales se ocupan en difundir
al mundo las aterradoras imágenes del conflictos que padecen los pueblos del
Medio Oriente y el Norte de África, donde se distingue a grupos de hombres con
atuendos culturales árabes-musulmanes lapidando a una mujer acusada de
adulterio o decapitando a otros hombres acusados de herejes, etc.. Y es
suficiente para inducir la asociación maquiavélica de que todos los musulmanes
son árabes, y que todos los árabes son despiadados terroristas que disfrutan
lapidado a sus mujeres y decapitando a otros musulmanes que también son terroristas,
lo que termina justificando aquella vieja y descabellada tesis que habla del
“choque de civilizaciones” [1] y misión “evangelizadora” del
“imperio benevolente” estadounidense que tiene el deber de luchar contra todos
los musulmanes para “civilizar” a esos pueblos e imponer los “valores
occidentales”.
Esto explica el por qué muchas personas en occidente terminan
prestándose, sin desearlo, al juego perverso que pretende asociar a todos los musulmanes
con los crueles terroristas militantes de Al Qaeda y el Daesh-ISIL (grupo
autoproclamado como “Estado Islámico”, que no es Estado ni mucho menos islámico).
Incluso, se llega a generalizar hasta el colmo de no poder distinguir las
profundas diferencias que existen entre los grupos terroristas antes mencionados
y los gobiernos y movimientos árabes (el gobierno del presidente sirio, Bashar
Al Assad, y la resistencia libanesa del Hezballah) que resisten a los primeros.
Lo que también explica el por qué las miles de personas (mujeres, niños y
hombres) que han muerto en los últimos 4 años no pesan mucho en la conciencia
de los civilizados occidentales.
Cabe rescatar la justa terminología para explicar, y hacer
entender, que no todos los musulmanes son árabes, y no todos los árabes son musulmanes.
Los iraníes, paquistaníes, afganos, turkmenos, chechenos, kazajos, chinos de la
etnia uigur, los albanos kosovares, los senegaleses, los nigerianos, y así una
larga lista de nacionalidades y etnias son de religión musulmana, pero no son
árabes. El término ÁRABE se refiere,
solo, al pueblo originario de la península arábica (los pueblos del Golfo Árabe)
que se expandieron y mezclaron con muchos otros pueblos del Medio Oriente, Asia
Central y Norte de África en el transcurso de varios siglos, que terminaron
asumiendo la cultura y el idioma de los conquistadores árabes. El término ISLAM define a la última de las 3
religiones abrahámicas monoteístas originarias del Medio Oriente, cuyo significado
ha sido traducido en “la sumisión a Allah (Dios)”. Mientras que MUSULMÁN es el creyente del Islam. Por
otro lado, entre las comunidades creyentes árabes coexisten otras religiones. Sin
dudas, la mayoritaria de los árabes profesa la religión islámica, son los
llamados árabes musulmanes, pero también existe una importante minoría de
árabes cristianos y judíos (los mizrajíes).
Cuenta la historia de la religión musulmana que a
principios en el siglo VII, d. C. un joven comerciante del desierto llamado Mohamed
(569 – 632 DC) fue elegido por un ángel que lo invita a ser el mensajero de
Allah (Dios). En adelante, a Mohamed le son develadas las palabras que contiene
El Corán, libro sagrado de los musulmanes. Y sobre la base de los preceptos del
Corán, Mohamed junto a los posteriores 4 califas (Abu Bakr, Omar Ibn Aljattab,
Uthzman Ben Affan, Ali Ibn Abi Talib) fundan la última religión monoteísta conocida
también como el sello de todas las religiones monoteístas, separada del
judaísmo y del cristianismo, pero que vino, según manifiestan sus devotos, “para
corregir las desviaciones y falsas interpretaciones de las palabras sagradas
hechas por aquellas religiones”.
El Corán fue escrito por los 4 califas, también conocidos
como los Rashidun “los bien guiados”, quienes habían recogidos en el tiempo las
palabras develadas al profeta Mohamed por el arcángel Gabriel, y plasmadas en
el texto sagrado luego de su muerte en el año 632 d. C. Algunos investigadores alegan
que luego de la muerte del mensajero de Allah, sus fieles interpretaron lo que el
profeta Mohamed les expresó y publicaron dicho texto entre los años 644 y 656 d.
C. por lo que seguramente pudo haberse dado errores de interpretación a
conveniencia de quienes ostentaban el poder.
El profeta Mohamed determinó que era necesario llevar
la religión islámica a otros lugares. Es así como él, los 4 sucesivos califas y
los posteriores califas que construyeron a los grandes imperios árabes: los
Omeyas (hasta 750 d. C.) y Abasí (750 hasta 1258 d. C.), iniciaron un exitoso proceso
de conquistas que se extendieron por todo el Norte de África, parte importante de
Asia y Europa. Además, dicho proceso de expansión fue acompañado de la lengua y
cultura árabe.
El intelectual francés Enmanuel Todd, explica que el
universalismo del primer imperio árabe fue su rasgo más distintivo, “su extremo
igualitarismo fue lo que le permitió expandirse rápidamente hasta conquistar extensos
territorios antes controlados por otros imperios en decadencia” [2]. El éxito
proselitista del islam hizo que muchos pueblos conquistados asumieron esa como su
religión una vez liberados de los imperios decadentes de la época, y no porque fueron
sometidos por la fuerza de las armas. Aunque se impuso la religión del nuevo
conquistador musulmán, muchos pueblos terminaron conservando sus lenguas y
culturas originaria (es el caso de Senegal, Turquía, Irán, Indonesia, entre
otros) enriqueciéndose con la nueva. Igualmente, hubo quienes asimilaron la
lengua y la cultura árabe, más no la religión (cristiana, bereber).
Más recientemente, la Organización de las Naciones
Unidas revelo que en el mundo existen más de 1.600 millones de musulmanes y de
ellos solo 340 millones son árabes. Más tarde el Vaticano confirmó que en el
año 2008 concluyó que el 19.2% de la población mundial era musulmana, mientras
que el 17.4% católica. Además, indico
que el porcentaje aumentará de forma notable en los próximos años, ello debido
a que los islámicos tienen una alta tasa de natalidad. Algo más impactante
también publicado por varios medios, dice que en los próximos años, el número
de musulmanes practicantes que van a las mezquitas en Inglaterra será superior
al de los católicos que asisten a las iglesias [3].
Países Árabes musulmanes: se le denomina países árabes a
aquellos cuya lengua oficial sea el árabe, la religión predominante sea el
Islam y pertenecen a la Liga de Estados Árabes., Palestina, Arabia Saudita, Bahréin,
Comoras, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia,
Marruecos, Mauritania, Omán, Qatar, Saharaui, Siria, Somalia, Sudán, Túnez,
Yemen y Yibuti.
Países donde domina el Islam y no
son árabes:
África: Chad, Benín, Burkina Faso, Costa de
Marfil, Camerún, Gabón, Gambia, Guinea Bissau, Mali, Malaui, Mozambique, Níger,
Nigeria, Senegal, Sierra Leona, Togo y Uganda.
Asia: Azerbaiyán, Bangladesh, Brunei Darussalam,
Indonesia, Kazajistán, Irán, Kirguistán, Malasia, Maldivas, Pakistán, Tayikistán,
Turkmenistán y Uzbekistán.
América del Sur: Surinam
Europa: Turquía, Albania, Bosnia y
Herzegovina.
Indonesia es el país donde hay más musulmanes, superior
a 150 millones de musulmanes en ese país, seguido de Pakistán con más de 141
millones de musulmanes.
Tendencias en el Islam.
El Islam no es un bloque monolítico. Sin embargo, existe
un texto único en el Islam, el Corán, que prohíbe el enfrentamiento entre los propios
musulmanes y lo determina como “Haram” (Pecado), pero dentro de la religión se crearon
diferentes corrientes productos de las escuelas de jurisprudencia que surgieron
en torno a la interpretación del libro sagrado. Entre ellas, las dominantes
son: la sunìta (mayoritaria), la chiíta, la sufi, la alawita, la drusa, y otras.
Varios historiadores aseguran que la diferencia inicial,
y la más importante, se produjo dentro grupos más cercano que acompañó al
profeta Mohamed, quienes luego de su muerte (632 d. C.) lucharon entre sí por
escoger al califa que debía ser el heredero político del profeta y, a la vez,
regente espiritual del Islam. Mohamed no estableció un mecanismo oficial de sucesión.
Tras la muerte del Profeta siguieron interminables
disputas por el poder del naciente imperio. Estaban quienes apoyaban que el
califa debía ser escogido entre los herederos descendientes directos del
profeta Mohamed, de su hija Famita y esposo Ali, también primo del profeta.
Estos pasaran a denominarse los partidarios de Ali, CHIÍTAS. Y estaban quienes consideraban que los sucesivos califas
no necesariamente debían ser descendientes directos del Profeta Mohamed, sino
escogido por un consejo de sabios. Estos pasaron a denominarse los SUNITAS. La rama sunita fue
inicialmente liderada por una de las viudas del Profeta Mohamed, Aisha, quien
se oponía junto con otros grupos, al califato de Ali, y lo enfrentaron hasta su
propia muerte y provocaron el martirio de su hijo Hussein. Sin lugar a duda, esa
fue la disputa que sentó bases de la división y el futuro debilitamiento de la
unidad islámica.
En la actualidad, las características diferenciales más
importantes entre el chiismo y el sunismo, es que los primeros cuentan un líder
supremo, llamado Imam, escogido por un consejo de 12 eruditos musulmanes.
Mientras que los sunitas tiene una organización más sectaria y menos formal,
donde un sin número de estudiosos opinan y deciden, y siempre se contradicen.
Otras diferencias más referidas a las normas religiosas, es que los chiitas
rezan 3 veces al día, mientras que los sunitas lo hacen 5 veces, pero ambos basan
sus oraciones en el mismo libro sagrado: el Corán.
Pese a la disciplina que caracteriza a los chiitas, y
su relación con el resto las comunidades musulmana, ellos solo representan el
15% del total. Sin embargo, resalta que casi la totalidad de población iraní
profesa la religión musulmana de la rama chiita, en la sociedad iraquí supera
el 60% y un porcentaje parecido existen en Yemen, Azerbaiyán y Líbano. En el
caso de los países árabes, predomina la
tendencia sunita.
El plan imperial contra los pueblos
árabes.
La lucha por la independencia liberada por los pueblos
árabes en los primeros años del siglo XX, de la que surgieron auténticas experiencias
del nacionalismo árabe y el Panarabismo liderado por Gamal Abdel Nasser
(1918-1970), una vez derrotados estos a principio de 1970, las potencias
imperialistas de la época lograron imponer su sistema de dominación en la
mayoría de los países árabes a través del modelo capitalista neocolonial de
dependencia.
Lo que en 2011 se conoció como la “primavera árabe”,
fue en sus inicios una autentica rebelión de las masas populares contra las
tiranías lacayas de occidente que sirvieron al modelo económico capitalista
dependiente. Aquel movimiento original fue rápidamente neutralizado por
occidente y sus aliados de la región, quienes, una vez más, se apoyaron en los
movimientos fundamentalistas y reaccionarios para desviar los objetivos de
aquella lucha. El temor al renacimiento del sentimiento nasserista, por las
reivindicaciones y justicia social que exigían los pueblos árabes en sus
protestas, alertó a las hienas imperiales.
El plan imperial de Estados Unidos para los pueblos
árabes y musulmanes no tardó en develase. Un documento del Pentágono, con un
mapa bien diseñado por antropólogos mercenarios, propone un programa para la
división del mundo árabe por tendencias religiosas, denominado el “Nuevo Gran
Medio Oriente” [4], que junto al plan sionista,
denominado “Plan Yinon”, pretenden evitar que el Panarabismo (unidad del mundo
árabe), pueda concretarse nuevamente. A estos planes, responden las políticas
que en lo sucesivo aplicaron las petromonarquías árabes mantenidas por occidente,
que han venido auspiciando a las diferentes organizaciones fundamentalistas
religiosas wahabitas con el propósito de golpear y/o destruir a todos los genuinos
movimientos de resistencia árabe, a los gobiernos panarabistas y nacionalistas
de la región. Bajo el pretexto de la Yihad
contra los “infieles” musulmanes y un retorno a la Umma (el regreso a la supuesta
unidad del mundo islámico de la época de los primeros califas), los grupos
terroristas apoyado por occidente ha justificado su actuación.
El wahabismo es la ideológica de los lapidadores y
decapitadores de Al-Qaeda y el Daesh-ISIL, también de la Hermandad Musulmana
que es una prolongación de la secta madre que rige desde Arabia Saudita. Todas
estas organizaciones terroristas fungen hoy como los actores principales para
el desarrollo del plan imperialista para la región. El wahabismo constituye la
ruptura con la tradición islámica clásica universalista, que en su lugar
pretende imponer un islam supuestamente “original”, “puro” y una interpretación
literal del Corán rescatando la prédica del jurista Muhammad Abdul Wahhab
(1703-1792) quien en 1744 apoyó a la familia Saud por la conquista política del
poder en la región del golfo árabe y la Meca.
Esa corriente, astutamente dice promover el regreso a
los orígenes de la salafiya, la imitación de la vida del profeta, incluso, hasta
ha llegado al descaro de inventarse un 6º pilar de la fe islámica, que desde
sus inicios siempre han sido solo 5 (la declaración de fe, la oración, la
limosna, el ayuno y la visita a la meca) este sería la obligación de convertir
por la fuerza a los malos creyentes y los apóstatas, de lo contrario, justifica
el exterminio de todos los musulmanes chiitas y las corrientes sufistas, drusos
y también a los musulmanes sunitas que se opongan. Por lo tanto, el wahabismo no
es sunita ni mucho menos musulmán, y convierte a todos los musulmanes en sus primeras
víctimas.
La ideología wahabí interpreta la
Yihah como la lucha contra todos los infieles por
la expansión del Islam en el mundo, olvidando que en el islam está expresamente
prohibido que un musulmán asesine a otro musulmán por motivos religiosos, y que
también exige respetar a las demás religiones del libro (judíos y cristianos).
Es importante destacar, también, que según la interpretación tradicional del
Islam, y especialmente la andaluza, la Yihad es la lucha interna contra las
desviaciones de uno mismo para lograr una mayor espiritualidad y acercamiento a
Dios. Es el wahabismo el cáncer del islam; la caricatura más funesta del islam
dibujada por occidente, a su imagen y semejanza, para servir a la estrategia de
dominación imperial en la región. Es, en el fondo, la misma ideología
nazi-fascista de mediados del siglo pasado, pero con barniz de religión.
Para el reconocido intelectual francés, Jean-Michel
Vernochet, la contínua expansión del wahabismo está estrechamente vinculada con
la del modelo financiero, económico y societal anglo-estadounidense. Por lo que
la suerte de la Península Arábiga ha estado ligada, desde 1945 hasta la
actualidad a los intereses occidentales. Refiere Vernochet que:
“Existe una especie de hidra de
varias cabezas pero cuyas cabezas fundamentales están en Manhattan, Chicago
(donde se halla la bolsa mundial de materias primas), Washington con la Reserva
Federal, en la City de Londres, en Bruselas con la OTAN, en Francfort con la
sede del Banco Central Europeo y en Basilea, ciudad que alberga una súper
empresa anónima en el sentido jurídico que funge como banco de los bancos
centrales, o sea ¡el Banco de Pagos Internacionales! (...) Desde esa
perspectiva, la ideología wahabita un
claro intento de subvertir el islam para imponerse a todos los pueblos, ya sean
cristianos o musulmanes. Religión societal, religión de mutación civilizacional
que antecede o acompaña la progresión de un mundialismo caníbal. Una religión
destinada a reemplazar a todas las demás y que podríamos designar con toda
razón como el “monoteísmo del mercado” [5].
El día que los pueblos y líderes árabes aparten sus diferencias
y antepongan lo árabe, su historia y cultura para hacer frente a las divisiones
sectarias reaccionarias, ese día el sueño de la justicia y unidad Panarabista
volverá a verse en el horizonte. Sin embargo, el paso fundamental se dará cuando
todos entiendan que no hay una vía distinta al socialismo y que las clases
dominantes y las petromonarquías wahabita lacayas deban necesariamente ser
derrocadas para comenzar de nuevo la verdadera y definitiva batalla contra el
enemigo de todos los pueblos: el gran capital monopólico transnacional, es
decir, al imperialismo.
Fuentes:
[1] Choque de civilizaciones, Samuel. P. H.
[2] Después del Imperio, Por Enmanuel Todd,
2012.
[3] religión:
http://www.periodistadigital.com/old/873188.shtml
[4] El Nuevo Gran Medio Oriente, de G. W. Bush
[5] entrevista a Jean-Michel Vernochet http://www.voltairenet.org/article186380.html