Por. Basem Tajeldine
Quienes conocen un poco sobre la historia política
reciente de Turquía, desde la llegada de los islamistas al poder en ese país,
saben muy bien a qué nos referíamos.
El actual gobierno turco dirigido por el primer
ministro Recep Tayyip Erdogan, fundador del Partido de la Justicia
y el Desarrollo (AKP), de tendencia “islamista moderada”, ha resultado ser
el mejor aliado que reclamaban los intereses euro-estadounidenses y sionistas
para llevar adelante sus planes separatistas y colonialistas en la región. La
renovada influencia turca en el Norte del África y Medio Oriente ha despertado nuevamente
las ambiciones “neotomanista” de su burguesía, al tiempo que ha puesto en
alerta a los movimientos Panarabistas de toda la zona.
El AKP de Erdogan ha buscado
influir en los gobiernos islamistas de Túnez, Libia y Egipto que han surgido tras la mal
llamada “Primavera Árabe”, al tiempo que continúa prestando total apoyo a los
terroristas salafistas-takfiristas vinculado a red terrorista de Al-Qaeda y
otros grupos que usan las amplias fronteras turcas-sirias como zona de
resguardo y trafico de armas y mercenario a territorio sirio.
Turquía nunca ha cambiado su política exterior hacia
los gobiernos nacionalistas árabes. Profundos deseos de venganza contra los
nacionalistas árabes todavía revolotean por las mentes otomanistas quienes
creen ha llegado el momento de ajustar las cuentas del pasado. Tampoco el
actual gobierno de Erdogan ha cambiado un ápice las amplias relaciones comerciales
y de amistad que lo une a Israel. Ambos países están de acuerdo en destruir a todos
los gobiernos y movimientos seculares y nacionalistas árabes para beneficiar a
sus objetivos estratégicos en la región. La burguesía turca añora destruir al
Estado y las capacidades productivas-industriales de Siria para deshacerse de
su mayor competidor en la región y apoderarse de sus importantes recursos
petroleros y gasíferos alojados en las zonas kurdas del Noreste de ese país.
Por otro lado, Israel añora también destruir la resistencia del Estado sirio y
las fuerzas genuinamente nacionalistas a la expansión sionista.
Erdogan no puede seguir ocultando
su alianza con su homologo israelí Benjamin Netanyahu. Según informa el rotativo
turco “Hurriyet Daily News”: El jefe del Mossad israelí, Tamir Pardo, se reunió
en secreto con el subsecretario de la inteligencia turca, Hakan Fidan, para
hablar, entre otras cosas, de Siria e Irán.
¿Qué excusas tendrá Erdogan para
los familiares de los muertos en la flotilla humanitaria Marmara a manos de las
tropas sionistas?
Hoy la “Primavera” a tocado a sus
puertas*.
Fuentes: