Por.
Basem Tajeldine
Centro
de Saberes Africanos
La crisis económica-financiera que nuevamente azota al sistema
capitalista mundial, y que ha dejado de ser pasajera para convertirse en una
crisis sistémica-estructural (social, económica, política, ecológica, etc.) ya
comienzan a padecerla con rudeza la clase trabajadora de los centros
capitalistas. Centro y periferia capitalista afrontan juntos la quiebra y
desigualdades congénitas cada vez más creciente en el sistema. La actual crisis
ha vuelto a desatar los monstruos que en los años 30 del siglo pasado
estuvieron sueltos haciendo de las suyas y arremetiendo contra otro pueblos,
pero también contra los pobres, inmigrantes y excluidos que genera el sistema
mismo. Las aparentes diferencias entre los movimientos y partidos políticos de
derecha y de extrema-derecha en el mundo de hoy se achican. Sus políticas y
procederes son los mismos, aunque difieran en sinceridad. Los gobierno de
derecha de España, Alemania y Francia expulsan a los inmigrantes, promueven
políticas discriminatorias y xenofobicas al mejor estilo de la extrema derecha.
En el mundo contemporáneo marcado por la crisis estructural del capital no
queda espacios para las medias tintas.
El rostro macabro y sonriente del asesino Anders Breivik ante un
juzgado noruego nos deja entrever el convencimiento, el odio visceral y la
maldad que caracteriza a todas las fuerzas políticas reaccionarias y
retardatarias en el mundo. Breivik, quien ha reconocido públicamente sentirse
“orgulloso de haber cometido los atentados que cobraron las vidas de 77
personas en Noruega” el verano pasado, todos ellos jóvenes noruegos
izquierdistas del partido laborista, se auto-define como un militante de la
extrema-derecha y simpatizante del sionismo. Dice también que su objetivo era
“defender a noruega de la amenaza islámica y del multiculturalismo”. Breivik
es, sin lugar a dudas, la expresión más brutal y sincera, sin máscaras, del
mismo pensamiento y los verdaderos sentimientos retorcidos que mueven a la
derecha en el mundo; es la manifestación viva de los miedos y odios contra
otras ideas y/o nacionalidades que, según la extrema-derecha, ponen en peligro
al sistema clasista y la “pureza” étnico-religiosa de sus sociedades. Las ideas
y el consecuente proceder del criminal Anders Breivik lo ha convertido en una
especie de “ícono” para la derecha en el mundo. Muchos movimientos y partidos
políticos de derecha y algunos Estados envilecidos por el sistema capitalista,
han hecho de la exclusión, la limpieza ética y la muerte sus medios para salvar
de la crisis al decadente sistema. Breivik es para el fascismo, el nazismo y el
sionismo una especie de “hombre ideal”, ejemplo que todas las sociedades
enfermas deberían emular. Breivik es para Israel un “héroe” servil al macabro
sionismo, y al igual que para la clases dominantes en Europa y los Estados
Unidos, Breivik representa un mal
necesario contra los trabajadores alzados, los negros e inmigrantes, contra los
asimilacionistas y multiculturalistas que ponen en peligro la “supremacía
blanca- anglosajona”, pero sobre todo contra los partidos y movimientos de
izquierda que hacen peligrar al sistema mismo.
Fascistas como Breivik brotan como moscas producto de la
putrefacción del sistema económico capitalista no sólo en Europa, Estados
Unidos e Israel, sino también en Venezuela y en Latinoamérica en general. El 11
de Abril de 2002 la derecha venezolana mostró su macabra sonrisa de la misma
forma como hoy lo hace el criminal Anders Breivik ante los tribunales noruegos.
La derecha venezolana pretendió en un momento desentenderse de los extremistas
golpistas y asesinos responsables de aquellos crímenes, así cómo la derecha
europea pretenden desentenderse del fascista Breivik, pero su show duró poco.
El sionista Capriles Radonsky, el fascista Leopoldo López y los
golpistas de ayer hoy vuelven a mostrarnos sus dientes señalando la fecha del 7
de Octubre.