Por. Basem
Tajeldine
El pueblo
venezolano está siendo objeto de un experimento maquiavélico por parte de la
derecha venezolana; está siendo sometido a una cruel guerra económica y a un
bombardeo de desinformaciones que persigue confundirlo y desmovilizarlo con
vista al 2015. Veamos por qué.
En los
últimos años varios productos de la cesta básica (y otros) han desaparecido y
vueltos a aparecer con recurrencia extraña en los anaqueles de los grandes supermercados
y abastos del país. Esto ha develado una macabra estrategia; arreglo planificado entre algunos sectores
políticos-económicos que pretenden propinarle un daño político al gobierno
revolucionario. La burguesía ha pretendido responsabilizar al gobierno del presidente
Nicolás Maduro de la escasez y la
especulación desatada en el mercado privado, con la clara intención de
capitalizar políticamente el descontento de la población venezolana con miras
al próximo año.
Los
responsables reales de la escasez han sabido esconderse tras sus mentiras,
descalificaciones y acusaciones contra el gobierno revolucionario. Es precisamente
a la burguesía importadora y comercial, a esa casta
parasita-rentista-dependiente de las grandes transnacionales a quien conviene provocar
el desabastecimiento de los productos necesitados por el pueblo por razones
económicas y políticas que explicaremos más adelante.
Gracias a
la escasez, esta casta burguesa ha logrado amasar grades fortunas en los
últimos años. Algunos se preguntarán ¿Cómo? La respuesta es muy sencilla.
Acaparando productos, no importando, ni produciendo lo suficiente, estos se
encarecen, por lo que pueden ser revendidos más adelante a precios elevados en
los mercados paralelos: a los contrabandistas y buhoneros.
¿Acaso un
dólar regulado por el Estado en 6,3 bolívares por dólar u 11 bolívares por
dólar (SICAD1) no significa la ruptura con los precios que establece el
mercado? ¿Acaso no es esto un esfuerzo, o mejor, un sacrificio que hace el
Estado para hacer que los productos alimenticios (y otros no alimenticios) se
abaraten y sean accesibles para el pueblo en general?
El mercado
regulado por las disposiciones del Estado (como la Ley de Precios Justos y los subsidios
directos sobre algunos productos) golpea precisamente los intereses de esa
casta parasitaria, y limita el abuso y las ansias de lucro de estos. Para
devolver el golpe, la burguesía ha
concertado producir menos, malversar los dólares obtenidos para las
importaciones, acaparar los productos, etc., y con esto han creado las
condiciones propicias para la especulación y el contrabando de extracción.
Los grandes
productores, importadores, distribuidores y comerciantes revenden los productos
a los contrabandistas y buhoneros a precios más elevados a los establecidos
gracias a la intervención positiva del Estado. Sin lugar a duda, estas acciones
que son claramente delictivas, generan
la escasez y del desabastecimiento; un ciclo que se repite y repercute encareciendo
aún más a los productos. La burguesía parásita se enriquece cada vez más, se
enriquecen los grandes contrabandistas, se benefician los buhoneros, pero se
perjudica el pueblo.
Pero allí
no finaliza todo. La astuta y carroñera clase política representante de esa casta de contrabandistas,
ladrones y parásitos, pretende culpar al Estado y particularmente al Gobierno
Revolucionario del crimen que comenten sus representados.
Según
ellos, el Estado es el verdadero responsable de la escasez porque no ha
desembolsado suficientes dólares para cubrir las importaciones (desde productos
alimenticios, incluyendo los artículos de lujos para los ricos).
El diputado
de derecha a la Asamblea Nacional, Julio Borges, ha manifestado en reiteradas
oportunidades que el problema del desabastecimiento tiene solución en el
momento que el Estado deje de intervenir directamente en la economía del país,
cuando el gobierno genere las “condiciones”
para hacer que los privados produzcan más" y liberalice el dólar.
Según Borges, sólo regresando al capitalismo salvaje “es posible cubrir las
necesidades del consumo nacional”.
En el mismo
orden de ideas se ha expresado el presidente de FEDECAMARAS, Jorge Roig, cuando
expresó en sus últimas entrevistas que la escasez era motivada por los controles
establecidos por el Estado, que la poca producción de la industria nacional era
motivada también por la Ley del Trabajo; y que la ineficiencia de las empresas
recuperadas por el Estado también ha repercutido en el desabastecimiento del
país. Y por si no faltaba más para demostrar su astucia en el arte de la
manipulación, Roig aseguró que la clase trabajadora estaba de acuerdo en que
las empresas recuperadas vuelvan a manos de los privados.
Sin embargo
estos astutos carroñeros de la política no dicen nada sobre sus verdaderas
intenciones económicas para el país. Prefieren quedarse callados antes que
debatir el modelo económico neoliberal que esconden tras sus mangas. Saben que
no es conveniente que el pueblo conozca que proponen un verdadero paquetazo
económico cuyas consecuencias sociales serían desastrosas.
Si el
mercado fuese el "rector" de la economía, tal como propone la
burguesía, entonces nada detendría una espiral hiperinflacionaria en Venezuela.
Imperaría en el país la Ley de la Selva; del más fuerte; del solo el que tiene
puede.
Seguramente,
volverían aparecer aquellos productos que antes escaseaban, y abundarían en los
anaqueles. Pero el pueblo trabajador, incluidos muchos de la capa media, no
podrían adquirirlos. Entonces, otra vez, el pueblo volvería a rebelarse.
En 15 años
la fracasada derecha venezolana ha intentado cualquier tipo de aventura
violenta para hacerse con el poder del Estado, promoviendo un golpe de Estado,
sabotaje petrolero, un intento de magnicidios y las últimas fracasadas
aventuras de las guarimbas. Pero hoy, aunque parezcan un poco divididos, sus
más pensantes dirigentes buscan cambiar de estrategia.
Algunos de
los voceros de la derecha creen que ha llegado el momento de “jugar a la
democracia”. Piensan y calculan maquiavélicamente con miras al 2015, porque en
ese año la democracia representativa electoral brindará una nueva oportunidad para
el reacomodo de las fuerzas políticas en un espacio estratégico como es la
Asamblea Nacional.
La derecha
juega sucio, estimula el desgaste de la revolución provocando más escasez y
especulación, porque creen que esto les ayudará a desmovilizar al pueblo para imponerse
en las elecciones legislativas y hacerse con el control de la Asamblea Nacional
y, de esta forma, promover un golpe parlamentario parecido al ocurrido en
Paraguay contra el ex presidente Fernando Lugo, o en Ucrania contra el ex
presidente Viktor Yanukovich. Un golpe de Estado disfrazado de legítimo.
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