La crisis y los cambios en la
arquitectura económica mundial
Por. Basem Tajeldine
basemtch@gmail.com
Pese a que los líderes del senado estadounidense
hayan declarado “haber alcanzado un acuerdo para poner fin al cierre del
gobierno”, elevando nuevamente el astronómico techo de la deuda calculada en 16,7
billones de dólares, las consecuencias de la crisis estructural del capitalismo
en Estados Unidos ya comienzan a verse y marcan, si lugar a dudas, un cambio de
época para el mundo.
Según el nuevo plan del senado estadounidense,
esta nueva “moratoria” debería prolongar el límite de la deuda federal y
mantener el Gobierno “abierto” para proporcionar su financiación hasta el 15 de
enero del próximo año, dando tiempo a que el Congreso inicie un debate sobre cómo
“reducir aún más el gasto público que permita acabar con el déficit fiscal de
ese país” [1], lo que terminará por prolongar aún más la agonía del pueblo
estadounidense, mientras la carroñera plutocracia de ese país aprovechará un
año más para continuar usurpando los fondos públicos para hacer frente a la verdadera
razón de la crisis capitalista: que es producto de la taza decreciente de
ganancia del gran capital, la especulación financiera y la sobreproducción de
mercancías que no logra conseguir mercados para su consumo.
Resultan, por menos decir, impresionantes la
mayoría de las informaciones, comentarios y análisis que surgen de muchas
partes del mundo a razón de la crisis estructural que hoy enfrenta el sistema
capitalista especialmente en Estados Unidos (EE.UU.). Todas estas noticias resultan
muy alentadoras para quienes creemos que otro mundo es posible y urgente para
salvar la humanidad.
Llama la atención el hecho particular que sean
las mismas recocidas personalidades vinculadas a la defensa del sistema capitalista
quienes se han ocupado en advertir sobre las consecuencias catastróficas del “Armagedón
financiero” y la recesión que para el mundo ha traído el “default”
estadounidense. Otros, incluso, prefieren definir esta situación como el
colapso total del sistema económico en EE.UU. que sólo se mantiene por el
“milagro de la comprensión” que poseen el resto de los países del centro
capitalista de estar atados a ese país. Pues, de llegar a caer EE.UU., todos
caerían tras él.
Expertos de las reconocidas bancas financieras
como el Goldman Sachs, IHS y BNP Paribas esperan que el Tesoro de EE.UU ahorre
significativamente dinero a costa de los contribuyentes para pagar los
intereses y amortizar la deuda del país, pero añaden que “la reducción
será tan grande que conducirá a Estados Unidos a la recesión". Al tiempo
que el economista jefe de la otra prestigiosa firma financiera estadounidense JP
Morgan, Michael Feroli, considera que la capacidad del Gobierno de evitar
el 'default' no significa que la economía pueda evitar una recesión. "En
el primer caso, tendríamos una crisis financiera, mientras en el segundo caso
tendríamos una recesión" [2].
Las últimas administraciones estadounidenses
desde Ronald Reagan (1911-2004), al igual que todos los gobiernos de la Unión
Europea, luego de los tratados de Maastricht (1992), han lanzado un
búmeran que regresa con mucho más fuerza contra sus propios rostros. Las
recetas neoliberales de privatizaciones de los sistemas públicos de salud y
educación, los recortes salariales, la flexibilización laboral, el aumento en
los años de jubilación, reducción del Estado, etc., han generado una verdadera
crisis humanitaria en los países del Norte desarrollado, escenarios que antes era
sólo creíble en países africanos, en Latinoamérica y Asia. Estas erradas políticas
económicas han repercutido en acrecentar los índices de desempleo donde
sobresalen países como España 26%, Grecia 27%, Portugal 16% y Estados Unidos
con 7,3% [3] -grandes tazas de desempleo comparables a las épocas de las
postguerras mundiales- y ahondado más la brecha de la sobreproducción de
mercancías y falta mercados (pueblos) que puedan consumirlas, lo que a su vez
repercute en la desaceleración de todas las economías interrelacionada en
nuestro mundo globalizado.
¿Qué hará EE.UU. para mantener activo el
aparato productivo interno cuando el desempleo, el subempleo y la reducción de
los salarios han hecho trizas la capacidad adquisitiva de los trabajadores
estadounidenses? ¿Podrá EE.UU. únicamente depender del Complejo Militar
Industrial y el mercado de la guerra para sus fines económicos y hegemónicos? ¿Cómo
resolverá su competencia con China en los colapsados mercados mundiales donde
el gigante asiático ha sabido jugar y conquistar mercados sin la intervención,
la prepotencia y arrogancia que caracteriza la política exterior de EE.UU.?
Quienes hoy promueven en el gobierno más
políticas neoliberales de recortes salariales, flexibilización laboral y
recortes en la asistencia pública (particularmente el fin del programa de
asistencia de salud Medi-care) para intentar hacer atractiva la tasa de
plusvalía de los trabajadores estadounidense (tasa de explotación), comparable a
los niveles del trabajador chino, están profundizando el desastre económico del
país y generando las condiciones de una explosión social en Estados Unidos.
Bien lo resume el reconocido escritor y
periodista estadounidense David Brooks en uno de sus últimos escritos titulado
“La pesadilla del sueño americano” cuando dice: “los saldos del neoliberalismo
al estilo estadunidense se resumen rápidamente así: nunca desde antes de la
gran depresión los ricos han concentrado tanta riqueza mientras todos los demás
–a pesar de que su productividad se ha incrementado 40 por ciento desde 1979–
se han mantenido, en el mejor de los casos, igual, pero en muchos rubros peor,
que hace 30 años, cuando primero se aplicaron las formulas clásicas
neoliberales [4].
En el mismo escrito Brooks también cita al economista y premio Nobel Joseph
Stiglitz, cuando este señala que “95 por ciento de los beneficios económicos
logrados entre 2009 y 2012 se canalizaron al 1 por ciento más rico del país.
Ese 1 por ciento hoy día capta más de una quinta parte del ingreso nacional.
Stiglitz concluye: nos hemos convertido en el país avanzado con el nivel más
alto de desigualdad, con la brecha más amplia entre ricos y pobres”.
China en el dilema
La República Popular China -considerada por los halcones imperiales
como la verdadera y mayor “amenaza” para la hegemonía de EE.UU.- ha venido
tomando sus precauciones al respecto revirtiendo el rumbo de su economía
fortaleciendo el consumo interno para hacer frente a esta realidad mundial que
desde el 2008 la afecta con mucha fuerza.
Todos los datos económicos del gigante chino denotan
un acelerado impulso del gobierno chino al crecimiento interno con grandes
inversiones sociales y gastos en obras civiles, permitiendo la revaluación del
yuan para elevar la capacidad adquisitiva del pueblo chino, lo que ha permitido
un inesperado crecimiento económico en China de 7,8% pese a crisis de su mayor
socio EE.UU. [5]
Por otra parte, China me mueve aceleradamente para inducir un cambio de
la arquitectura económica mundial mucho más trascendental. Los últimos
movimientos económicos de China parecen denotar un inusitado interés por
despojarse de las ataduras de EE.UU., para no seguir financiando aquella quebrada economía a costa del
sacrificio chino. Para julio de este año
China acumuló 1,28 billones de dólares en títulos del Tesoro de EE.UU, al
tiempo que las reservas internacionales de China alcanzaron el pasado año 3,3
billones de dólares, el doble de la reserva global del Oro, ocupado el primer
lugar del mundo, seguida de Japón, Arabia Saudí, Rusia [6]. Pero de estas
reservas sólo un 2% están en Oro.
Obligados por la realidad que la amenaza y los
últimos acontecimientos que golpea la economía del gigante asiático, los
cambios se están produciendo. China, que es también uno de los mayores
productores mundiales de Oro, está importando una cantidad enorme de oro de
otras naciones. La analista de ‘Bullion Bulls Canada’, Jeff Nielson, plantea
que China probablemente haya podido aumentar sus reservas oficiales de oro
hasta las 4.000 toneladas, cifra bastante superior a las 1.054 que afirma tener
desde el año 2008 [7]. Mientras muchos analistas estiman que China planea eventualmente
respaldar el yuan con Oro como alternativa al dólar estadounidense.
Mientras China respalda su moneda actúa con
otros actores mundiales. El Banco Popular de China y el Banco Central Europeo
han llegado a un acuerdo para desplazar al dólar como moneda de transacción
mutua. “Los dos bancos acordaron un intercambio directo de activos equivalentes
a 56.000 millones de dólares en el yuan por un respectivo valor de 60.800
millones de dólares en el euro” [8]. Por otra parte, China continúa
aumentando sus relaciones comerciales con Latinoamérica, en África y Europa.
China y Rusia han intercambiado mercancías en base a una cesta de monedas de
ambos países (rublos y yuanes). Igualmente China ha establecido relaciones de
intercambio comercial con Irán y la India en base al yuan y el Oro.
La crisis y decadencia de EE.UU. inducirá al grupo de países emergente BRICS
(Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) a buscar sus propias salidas a esa
situación que también los afecta. El Banco de los BRICS, como alternativa al
Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, así como también una nueva moneda
respaldada en Oro y acuñada por este grupo de países para realizar las
transacciones internacionales dejarán de ser pronto simples propuestas para convertirse en realidad. Las
futuras reuniones que sostendrán los líderes de los BRICS revelarán al mundo
las buenas nuevas.
Ya nada podrá evitar que el Armagedón económico-financiero
en EE.UU. continúe pese a todos los salvavidas moratorios y acuerdos alcanzados
por el senado estadounidense. Así como tampoco nada podrá evitar los cambios
transcendentales que esta crisis ha inducido en la arquitectura económica
mundial.
Fuentes: