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martes, 11 de septiembre de 2012

La PAZ en Colombia


Por. Basem Tajeldine
Voces Contra el Imperio

La paz es el sueño más anhelado del su pueblo colombiano. Más de 50 años de guerra civil, perdidas de vidas y destrucción; de entrega de Colombia a los intereses y designios del imperialismo estadounidense por parte de una bastarda oligarquía deben terminar.

Hombres y mujeres colombianas de gran valor han ofrendado sus vidas luchando por construir en su país un genuino proceso democrático de independencia, integración regional, inclusión social, libertades y de justicia social. El sueño Bolivariano que inspiró a inmortales colombianos como Jorge Eliécer Gaitán, Jacobo Arenas, Camilo Torres, Manuel Marulanda, Raúl Reyes y miles de hombres y mujeres anónimos, sigue pendiente. Todos ellos siempre buscaron la paz en su país.

Hoy los Estados Unidos ahogado por la crisis estructural del capitalismo sólo puede ofrecer bases militares, mercado para las drogas y muerte. Pero el mundo multipolar constituido en bloques regionales económicos de poder (CELAC, la UNASUR, el MERCOSUR, los BRICS, etc.) ofrece nuevas alternativas a los países del Sur. El contexto mundial ha cambiado. Latinoamérica toda se encamina por nuevos senderos de unidad. Ya no será más nunca el “patio trasero” de Estados Unidos.  

Las contradicciones en Colombia se encuentran a flor de piel. Los intereses de una élite criminal y narcotraficante hoy chocan de frente con los intereses de la burguesía criolla colombiana. El actual presidente colombiano Juan Manuel Santos es un fiel representante de la burguesía criolla productiva colombiana. Los nexos comerciales desarrollados entre Colombia y los países vecinos atan a su burguesía criolla-productiva a las necesidades políticas de la región. Ellos comprenden que la paz en Colombia elevaría sus relaciones económicas con Venezuela, Brasil y Ecuador que también han sido afectados por la guerra.

El dialogo de paz propuesto por el Estado colombiano a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejercito del Pueblo (FARC-EP) devuelve a este último su estatus de fuerza beligerante con reconocimiento internacional, y rompe definitivamente con la falsa etiqueta de “terroristas” y “narcotraficantes” impuesta por el expresidente colombiano Álvaro Uribe Vélez. Su reconocimiento como  fuerza beligerante es un acto de Justicia.

Pero el proceso de paz en Colombia necesita, como condición previa, un alto al fuego de todas las partes. La negativa de Juan Manuel Santos a este pedido de las FARC-EP podría comprometer el futuro del proceso.         

El mayor enemigo del proceso de Paz es Estados Unidos. Al imperialismo no le interesa la Paz en Colombia puesto que el comprometería su mayor justificación para mantener las bases militares estadounidenses en ese país, y el narcotráfico colombiano controlado por la DEA podría verse afectado.  

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