Por. Basem Tajeldine
Miembro del Centro de Saberes Africanos
@BasemTajeldine
Las Empresas Contratistas de Mercenarios (CM) han actuado en misiones de desestabilización de varios gobiernos soberanos que no se doblegan a los intereses de las transnacionales. La acción de estos grupos mercenarios busca promover la anarquía en aquellos países objetivos para justificar una intervención extranjera legalizada por organismos internacionales como el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CS-ONU) amparados en la “responsabilidad de Proteger” ala población civil y el “Estado Fallido” (http://www.fundforpeace.org/global/). Las CM fungen como fuerzas de desestabilización y ocupación encubierta. En Irak, Afganistán, Somalía, Sudan y ahora en Libia, así como en ciertos países Centro y Sur América las CM tienen como misión velar por el buen rumbo de las empresas transnacionales, apoyo a los gobiernos títeres, así como también destruir o controlar a los gobiernos o grupos beligerantes, sindicatos y movimientos políticos revolucionarios que hacen frente a las políticas expoliadoras de los capitales foráneos.
Pero cuando de estrategias militares se trata las CM pueden también cumplir un papel de chivo expiatorio. Mucho se ha documentado que estas también fueron sembradas en algunos países para justificar la intervención militar extranjera, esta vez amparada en la lucha contra el “terrorismo y el narcotráfico”. La historia reciente de Afganistán y más tarde de Irak, Pakistán, Yemen, Somalia y otros países nos devela este hecho.
Se conoce que las organizaciones terroristas Al-Qaeda y el Taliban fueron creadas por la CIA en el marco de la Estrategia de Defensa Nacional de EUA para ser empleadas, en principio, para destruir a todos los gobiernos socialistas de la antes llamada República Democrática de Afganistán, aliada a la Unión Soviética, que antes habían dirigido a ese país entre los años 1978 hasta 1992. Paradojicamente, el actual presidente títere de Pakistán, Asif Ali Zardari, culpó hace poco a Estados Unidos de crear al Talibán, y reiteró que el combate al extremismo y el terrorismo es una responsabilidad compartida de la comunidad internacional. Zardari reconoció que el Frankenstein de la militancia terrorista fue creado por Estados Unidos en cierto momento con el objetivo de derrotar a la ideología rival, dijo el dignatario al reunirse con Stephen J. Hadley, exconsejero de Seguridad Nacional y asesor de Asuntos Internacionales del Instituto de la Paz de ese país. (www.bit.ly/qzUo33)
Muchas investigaciones recientes que hechas públicas afirman que Osama Ben Laden fue financiado por la CIA en la lucha contra las tropas del ejercito soviético y del gobierno de Afganistán en plena guerra fría. El apoyo iba desde la instrucción en combate hasta la entrega de armamento. Pero luego de la disolución de la URSS los engendros del Departamento de Estado pasaron a convertirse en sus propios enemigos. Es ahora, como nos cuenta el film hollywoodense, “Frankenstein se levantaba contra su creador, y este se ve obligado en destruirlo para salvar a los pueblos del mundo del horrible monstruo”.
Desintegrada la URSS en 1991, diez años más tarde, en el año 2001, transcurridos apenas unos minutos después de los atentados terroristas a las Torres Gemelas y el Pentágono del 9/11, los medios privados transnacionales y el Departamento de Estado habían logrado la epopeya al descubrir en tiempo récord al supuesto “cerebro” de aquellos ataques terroristas. Se culpó al jefe del grupo mercenario AlQaeda, Osama Bin Laden, un árabe musulmán de origen saudí que había sido reclutado por la CIA para combatir en Afganistán. (Continuará...)
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