Por. Basem Tajeldine
@BasemTajeldine
El artículo citado del
investigador Xulio Ríos resalta un aspecto muy particular, pero a la vez fundamental
para la Revolución Bolivariana. Pues, muchos somos los que creemos, al igual
que Xulio, que resultaría un garrafal error -por no decir traición- copiar los modelos económicos que
experimentan países tan diferentes como China y Venezuela. Diferentes culturas
y procesos históricos nos separan de China, aunque nos une ciertas visiones
políticas de justicia social y respeto al derecho internacional, la
independencia y soberanía. Algunos estudiosos de la materia han especulado
muchos sobre el tema, pero Xulio Ríos manifiesta con fundamento lo siguiente:
“En segundo lugar,
las zonas económicas especiales, un modelo que facilitó la apertura de China al
exterior en los años ochenta y que reviste interés para Venezuela, aunque las
autoridades asiáticas han advertido de la necesidad de ajustar la propuesta a
las circunstancias de cada país. China ideó estas zonas francas como un
instrumento para captar recursos financieros, tecnológicos y expertise. Se abre ahora un tiempo de
análisis de estas zonas para dictaminar su idoneidad y requerimientos de
adaptación, caso de adoptarse una fórmula similar en Venezuela”
En tercer lugar, la negociación de un nuevo préstamo por
valor de 5.000 millones de dólares. Venezuela es uno de los principales
receptores de préstamos de China en América Latina. Suman un monto total de
44.500 millones de dólares. Dicha deuda es compensada en barriles de petróleo,
del orden de 270.000 barriles diarios. Para el próximo año, las necesidades de
petróleo de China se estima que crecerán en un 5%. En China, Venezuela
encuentra la manera de sortear las dificultades de financiación en bancos
estadounidenses o europeos, o en instancias como el Banco Mundial o el BID. La
exportación diaria de barriles de petróleo al mercado chino podría alcanzar en
pocos años la cifra de un millón.
La decisión sobre la concesión de este nuevo préstamo
podría estar próxima, aunque probablemente no se dé a conocer antes de que
Caracas resuelva con garantías el escándalo por un desfalco de 84 millones de
dólares del Fondo Chino-Venezolano, creado en 2007 por ambos países para
financiar diversos proyectos tanto en el orden social como productivo. En 2009,
este Fondo se reforzó con el llamado Fondo Gran Volumen Largo Plazo, con una
aportación de 20.000 millones de dólares.
China comparte con Venezuela el afán por impulsar vías
autóctonas de desarrollo y la defensa a ultranza de la soberanía nacional.
Beijing, aun conservando simpatías políticas o ideológicas, guarda distancias
respecto al tono antiestadounidense del discurso bolivariano. Por otra parte,
le preocupa la estabilidad de la política venezolana. Su preferencia consiste
en priorizar el pragmatismo y el mutuo beneficio, dotando de contenido una
relación que será tanto más efectiva cuanto menos se alarde de ella.
Tras la evaluación reciproca de los avances
experimentados en la cooperación bilateral, las relaciones sino-venezolanas
podrían entrar en una nueva fase, ciertamente más madura e integral. Y en
paralelo, también las relaciones de China con otros socios bolivarianos, un
tema que podría figurar en la agenda de la cumbre del ALBA de Guayaquil
celebrada el 30 de julio, con la matizada excepción de Nicaragua, que mantiene
el reconocimiento diplomático de la República de China (Taiwán)”.
El proceso de “apertura”
en China suscitado a mediados de los años 70 promovió su entrada triunfal en el
juego económico capitalista mundial de una forma casi inesperada por las
potencias occidentales. En aquella oportunidad el gigante asiático sorprendió
al mundo con su propuesta de “socialismo de mercado chino” –término empleado
por la dirigencia del Partido Comunista de China (PCCh) para definir a su nuevo
modelo económico- experimentando un impresionante crecimiento económico
constante (de entre 7 y 12% del PIB
anual) y logrado la proeza de plantarse como el más fuerte competidor económico
de EE.UU., al punto de terminar por desplazar a la primera potencia mundial en
varios mercados mundiales y provocar “un cambio radical en el equilibrio de
poder luego de la Segunda Guerra Mundial.
Pero China enfrenta
problemas políticos internos muy significativos que podrían terminar por torcer
el rumbo planteado por su dirección de su partido. Son muchos los estudiosos
marxistas, y no-marxistas, quienes creen que el PCCh está perdiendo o ha
perdido la batalla política por el control económico de ese país “ya que las
fuerzas productivas generadas se han tragado al partido”. Soy de la matriz de
opinión que esto todavía está por verse.
(Continuará…)
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