Por. Basem Tajeldine
@BasemTajeldine
Miembro del Centro de Saberes Africanos
Grandes similitudes pero también grandes diferencias envuelven a las agresiones que hoy viven los pueblos de Siria y Libia. Tal como lo hemos advertidos en muchos otros artículos anteriores, existe un formato imperial de intervenciones que se ha venido probando con relativo éxito contra varios países del mundo árabe, y no árabes. Las olas de rebeldías revolucionarias en el mundo árabe -término acuñado por el Comandante Fidel- despertada por la crisis estructural del capitalismo y que logró derrocar a gobiernos títeres del imperio en la región han sido aprovechadas por factores políticos reaccionarios y entreguista, inducidos y apoyados militarmente por occidente (Estados Unidos, UK y Francia), para demoler a aquellos gobiernos que tanto han molestado y servido de traba a los intereses imperiales y sionistas en la región. Libia y Siria hoy son objeto de la más despiadada empresa de agresión con patente registrada por occidente, pero que utiliza “mano de obra” nacional y un “ejercito de reserva” proveniente de los países de la región.
Contra la Jamahiriya Libia las potencias fueron por su petróleo y por detener la más peligrosa propuesta asomada por Muammar Al Gaddafi, su “arma de destrucción masiva” más temida por el Imperio: el Dinar Oro (moneda de circulación regional respaldada en oro libio, y que reemplazaría al dólar como moneda de reserva y transacción en los países de la Unión Africana). Libia estaba desarmada, también aislada, por los que fue presa fácil de las garras imperiales. Pero contra la República árabe Siria las razones son otras. Su aferro al Panarabismo, su estratégica conexión con Irán y su histórico apoyo a la resistencia del pueblo palestino y libanés contra las agresiones del ejercito sionistas de Israel construyen las razones fundamentales que explican el encono imperial contra el gobierno sirio de Bashar Al Asad.
Siria es infinitamente más compleja que Libia, pues cuenta con el apoyo militar estratégico de Irán y también de Rusia. Además cuenta con el manifiesto apoyo de bloqueo por parte de Rusia y China sobre cualquier resolución que legitime una agresión tipo Libia en el Consejo de Seguridad de la ONU. Aunque el imperio pretenda desviar la atención del mundo induciendo una guerra civil entre factores religiosos sunitas, chiita , drusos y cristianos, la mayoría del pueblo sirio es consciente y, además, conoce bien la experiencia de su vecino Irak como para caer en la misma trampa.
Es conocido el cerco mediático contra Libia y Siria. Los medios transnacionales han callado sobre lo que viene ocurriendo en Libia y Siria. De la resistencia libia (Al Mukawama libiya) poco dice. Y poco también sobre el mayoritario respaldo del pueblo sirio a su gobierno y la determinación de muchos a resistir “hasta la última gota de sangre”. A duras penas una pequeña noticia logra colarse por esos medios sobre los residentes en Bani Walid y las movilizaciones en Damasco.
Imaginemos a más de 1 millón de personas armadas -en realidad muchas más- jurando venganza y continuando la lucha contra quienes llaman “las Ratas de la OTAN”. Imaginemos las banderas verdes de la Jamahiriya nuevamente ondeando sobre los techos de muchas viviendas y calles de las más importantes ciudades de Libia, aún a pesar de la represión y los odios desatados por la embestida imperial de la OTAN y los valentonados mercenarios. Imaginemos a los sirios enfurecidos y tomando venganza contra los traidores-mercenarios sirios y lo traídos de Libia, Pakistán, Afganistán y arabia Saudita. Pues nada de esto es ficción. La realidad la supera.
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