Crisis del Capital (II)
Por. Basem Tajeldine
@BasemTajeldine
Se acaba de celebrar una nueva convención del G-20 en Seúl, Corea del Sur. Grandes manifestación rodearon la cumbre exigiendo a los responsables de la crisis mundial que no sean los pueblos quienes paguen sus errores. Las falsas esperanzas y los llamados a la paciencia de los jefes de estados convocados fue el único consenso alcanzado. La cumbre del G.20 fue una burla.
Sólo 2 posiciones se enfrentaron en la cumbre: los neoliberales y los keynesianos. Sólo en las calles de Seúl estaban los revolucionarios que exigían verdaderos cambios.
Para el argentino economista Claudio Katz, los keynesianos "destacan que el modelo actual contrajo los salarios, amplio el desempleo y ensancho la desigualdad social, hasta provocar un serio deterioro del poder de compra. Esta retracción afecta la demanda y potencia las recesiones." Katz subraya que "durante la posguerra, la evolución de la demanda estaba dictada por la mejora del salario, en la ultimas décadas ha quedado directamente conectada a la evolución de los préstamos”. Pero la realidad es otra. El neoliberalismo ha potenciado las contradicciones del sistema capitalista actual que exacerba el consumo a gran escala mientras golpea los ingresos de los trabajadores y su estabilidad laboral.
Luis Ignacio Lula Da Silva se equivocó cuando en la cumbre del G-20 solicitó que los países convocados recomponer el consumo interno para resolver la crisis, pero acertó cuando reconoce que esta crisis necesita ser enfrentada por los países de la periferia sustituyendo el dólar ($) como la moneda de reserva y de transacción mundial.
Los economistas y apologistas del sistema pecan por absurdos cuando nos pintan la idea de la posibilidad del “reflote del capitalismo y el fin de los desequilibrios” mediante la ampliación del consumo, pero no saben cómo, y terminan por recurrir, como siempre, al salvataje bancario, las privatizaciones y a la devaluación.
Pocos se percatan del divorcio radical entre el discurso y la realidad. En Europa nadie sabe a donde va a parar la crisis. Además de los recortes salariales y el fin del vanagloriado Estado de Bienestar Social, la falta de flexibilidad que poseen los países de la zona euro para devaluar su moneda los lleva al atolladero. Hoy se habla con mucha fuerza sobre el fin del Euro.
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