Por. Basem Tajeldine
@BasemTajeldine
Tanta hipocresía y cinismo es insoportable hasta para el más ingenuo en
política exterior. El maquiavelismo
criminal de la élite plutocrática que controla a Estados Unidos rebasa todos
los límites de la maldad. Los demonios hijos del Capital persisten en su empeño
de destruir a Siria y doblegar a sus más valientes hijos.
EE.UU. y sus aliados no desisten en su empeño por hacerse del control entero
de la rica y geoestratégica región del Medio Oriente, doblegando a aquellos
gobiernos que levantan banderas de soberanía y dignidad. El imperio del mal y
la decadencia lava sus manos mientras continúa encubriendo sus propósitos contra
Siria, manteniendo su apoyo a los grupos terroristas vinculados a Al-Qaeda,
dejando actuar con más beligerancia a Arabia Saudita e Israel.
La rabia manifiesta del sombrío príncipe saudí, Bander Ben Sultán (conocido
durante una época como Bander Bush, por sus relaciones con aquella familia),
por el cambio de postura de EE.UU. en favor de una salida negociada en Siria, lo
que según los medios occidentales “generó el supuesto distanciamiento del reino
con la actual administración Obama”, denominado por otros como “el divorcio
entre EE.UU. y Arabia Saudita” [1], viene
a ocupar el escenario mediático internacional
que pretende hoy ocultar la responsabilidad directa de EE.UU. en los crímenes
que comenten los grupos terroristas en Siria, para ocupar sólo del sucio trabajo
a los sádicos príncipes del reino medieval saudita.
Son muchos los conocedores del tablero geopolítico del Medio Oriente quienes
aseguran que Bander es el hombre clave de EE.UU. e Israel para los trabajos más
sucios en aquella región. De hecho, el príncipe saudita juega un rol fundamental
en los esfuerzos de EE.UU. Europa e Israel para derrocar al legítimo y soberano
Gobierno sirio dirigido por el Dr. Bashar Al Assad.
Este maniático príncipe
saudita, que durante dos décadas fue embajador de Arabia Saudí en EE.UU., y
que mantiene estrechos vínculos con la CIA desde su experiencia como
diplomático, hoy funge como jefe de los
servicios de inteligencia saudíes desde julio de 2012. Bander es también conocido como "Bandar
Ben Israel" (que significa "Bandar hijo de Israel, por sus
inclinaciones proisraelíes), es, sin lugar a duda, uno de los arquitectos de la
mal llamada “primavera árabe” y el padre de los grupos
yihadistas vinculados a Al Qaeda en el Medio Oriente y Norte del África. Estos
mismos elementos yihadistas que parecieran muchas veces responder a “lineamientos
e intereses propios”, lo cierto es que están muy infiltrados por los
servicios secretos saudíes, la CIA, el MOSSAD y la inteligencia británica y
francesa, lo que dificulta rastrear el origen de las órdenes para
explicar su comportamiento.
El nombre Bander Ben Sultán recuerda
mucho al otro famoso príncipe saudí también llamado “Ben”, si, el reconocido
terrorista Osama Ben Laden que pertenece a la misma familia de multimillonarios
petroleros y de la construcción saudita, muy ligados a EE.UU. Ambos profesan la
misma irracional ideología wahabí-salafista deformadora del verdadero espíritu
del Islam.
El príncipe saudita Bander Ben
Sultán es desatestado hasta por algunos medios Occidentales que lo catalogan
como el Maquiavelo del Medio Oriente, de quién han publicado muchas investigaciones
sobre sus conexiones con los grupos terroristas yihadista. Vale destacar la
publicación hecha por el diario español Público.es que en ocasión del viaje de
Bander a Rusia señaló lo siguiente:
“Los métodos que utiliza Bandar para
conseguir sus objetivos son expeditivos y podrían calificarse de mafiosos en
alguna ocasión sin necesidad de recurrir a ninguna hipérbole (…) De acuerdo
con The Daily Telegraph, Bandar se
reunió recientemente en Moscú con el presidente Vladimir Putin y le
prometió el oro y el moro a cambio de forzar la caída del presidente
Bashar al Assad (…) Si Putin colaboraba en ese objetivo, Bandar le garantizaba
que el nuevo régimen de Damasco permitiría a los rusos mantener la base
militar que tienen en el puerto de Tartús, que es su única base naval
en todo el Mediterráneo (…) también garantías para la protección de
las Olimpiadas de invierno del año que viene en la ciudad de
Sochi (porque) nosotros, dijo Bander, controlamos a los grupos chechenos que
amenazan la seguridad de los juegos (…) Esta última oferta no sorprendió a
Putin, quien le contestó que los rusos saben desde hace una década que los
saudíes están detrás del “terrorismo” checheno " (…) Este
comportamiento sin escrúpulos ayuda a explicar muchas de las
miserias de Oriente Próximo (…) En la
guerra civil siria, los occidentales mueven sus piezas con cálculo maquiavélico
y no hacen ascos a mantener una cordial relación directa e indirecta con los
islamistas sunníes y Al Qaeda que incluye la financiación y la entrega de armas
a los yihadistas por medio, en este caso, del príncipe Bandar, que es conocido
cariñosamente por los islamistas como “Al-Habib” o “el amado” (…) La
de Siria no es ni mucho menos primera aventura militar de Bandar. En 2006
destinó 200 millones de dólares a financiar una milicia sunní en
Líbano, pero este grupo no resistió el primer enfrentamiento con Hizbola y dos
años más tarde se disolvió; y en los últimos años ha financiado grupos salafistas yihadistas
libaneses. Agentes saudíes han impulsado la yihad en Afganistán, Bosnia,
Chechenia, Irak, Cachemira y otros lugares.” [2].
El uso de armas químicas por
parte de los grupos terroristas-yihadistas en Siria, apoyados por Arabia
Saudita e introducidos a través de las fronteras turcas y jordanas, que
pretendía desatar una intervención extranjera a gran esacala so-pretexto de
“Responsabilidad de Proteger”, fue también obra de este maquiavélico príncipe
saudí.
Un informe elaborado por el
periodista jordano Yahiya Ababneh y publicado el 29 de agosto en MintPress
News sugiere que la muerte de centenares de personas en el área de
Damasco por el uso de armas químicas el pasado 21 de agosto no se debió a un bombardeo del Ejército
leal al presidente Bachar al Asad, como sostiene Estados Unidos, sino a la “deficiente
manipulación” que hicieron los propios rebeldes de las armas químicas que
estaban en su poder y que habían recibido de Arabia Saudí.
El estudio fue realizado en el
área de Guta Oriental en los días posteriores a la tragedia entrevistando
decenas de supervivientes, muchos de ellos milicianos rebeldes, y a otros
civiles, incluidos médicos locales. El mismo revela lo siguiente:
“Todo indica que la muerte de este grupo se
debió al mal uso de las armas químicas que les había proporcionado un miliciano
saudí conocido con el nombre de Abu Ayesha, hombre de Bander Ben
Sultán, que comandaba un batallón de rebeldes en el área de Damasco. El
accidente justamente ocurrió en la noche del 21 de agosto, es decir el mismo
día que más tarde se acusó al ejército sirio de haber usado las armas químicas
en Guta Oriental.
Llamaron poderosamente la atención las
palabras de un combatiente rebelde cuando dijo: "[Los saudíes] no nos
dijeron qué clase de armas eran ni cómo usarlas. No sabíamos que eran
armas químicas y nunca llegamos a imaginarlo. Cuando el príncipe Bandar
entrega armas como éstas debería proporcionar gente que supiera cómo manejarlas
y cómo usarlas" [3].
Bandar Ben Sultán sabe que su
futuro está empeñado porque ha vendido su alma al Diablo. Los medios
occidentales le están advirtiendo un mal augurio. Quizás Bander al criticar
duramente a EE.UU por su cambio respecto a Siria esté jugando con fuego y
huyendo hacia delante, o se trate simplemente de un Show político-mediático que
pretende lavar las manos de EE.UU. del apoyo a Al-Qaeda en Siria y Libia y del
mantenimiento de la guerra terrorista en Siria pese a los compromisos
adquiridos entre EE.UU. y Rusia.
Pero conociendo bien que EE.UU. que no posee “amigos” en
el mundo, sino sólo intereses, algún día este triste personaje correrá con la
misma suerte de aquel otro tristemente recordado cipayo panameño Manuel Noriega
ligado al narcotráfico y a los grupos mercenarios "Contra" que activaron en Centroamérica con el apoyo de la CIA y la DEA. Cuando empiece
a molestar mucho su mal olor, Bander será desechado y convertido en otro Bander
Ben “Noriega”.
Fuentes:
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