Por. Basem
Tajeldine
Voces
Contra el Imperio
La paz es el sueño más anhelado del su pueblo
colombiano. Más de 50 años de guerra civil, perdidas de vidas y destrucción; de
entrega de Colombia a los intereses y designios del imperialismo estadounidense
por parte de una bastarda oligarquía deben terminar.
Hombres y mujeres colombianas de gran valor han
ofrendado sus vidas luchando por construir en su país un genuino proceso
democrático de independencia, integración regional, inclusión social,
libertades y de justicia social. El sueño Bolivariano que inspiró a inmortales
colombianos como Jorge Eliécer Gaitán, Jacobo Arenas, Camilo Torres, Manuel
Marulanda, Raúl Reyes y miles de hombres y mujeres anónimos, sigue pendiente. Todos
ellos siempre buscaron la paz en su país.
Hoy los Estados Unidos ahogado por la crisis
estructural del capitalismo sólo puede ofrecer bases militares, mercado para
las drogas y muerte. Pero el mundo multipolar constituido en bloques regionales
económicos de poder (CELAC, la UNASUR, el MERCOSUR, los BRICS, etc.) ofrece nuevas
alternativas a los países del Sur. El contexto mundial ha cambiado.
Latinoamérica toda se encamina por nuevos senderos de unidad. Ya no será más
nunca el “patio trasero” de Estados Unidos.
Las contradicciones en Colombia se encuentran a
flor de piel. Los intereses de una élite criminal y narcotraficante hoy chocan
de frente con los intereses de la burguesía criolla colombiana. El actual
presidente colombiano Juan Manuel Santos es un fiel representante de la
burguesía criolla productiva colombiana. Los nexos comerciales desarrollados
entre Colombia y los países vecinos atan a su burguesía criolla-productiva a
las necesidades políticas de la región. Ellos comprenden que la paz en Colombia
elevaría sus relaciones económicas con Venezuela, Brasil y Ecuador que también
han sido afectados por la guerra.
El dialogo de paz propuesto por el Estado
colombiano a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejercito del
Pueblo (FARC-EP) devuelve a este último su estatus de fuerza beligerante con
reconocimiento internacional, y rompe definitivamente con la falsa etiqueta de
“terroristas” y “narcotraficantes” impuesta por el expresidente colombiano
Álvaro Uribe Vélez. Su reconocimiento como fuerza beligerante es un acto de Justicia.
Pero el proceso de paz en Colombia necesita,
como condición previa, un alto al fuego de todas las partes. La negativa de
Juan Manuel Santos a este pedido de las FARC-EP podría comprometer el futuro
del proceso.
El mayor enemigo del proceso de Paz es Estados
Unidos. Al imperialismo no le interesa la Paz en Colombia puesto que el
comprometería su mayor justificación para mantener las bases militares
estadounidenses en ese país, y el narcotráfico colombiano controlado por la DEA
podría verse afectado.