Translate

viernes, 25 de febrero de 2011

Libia partida en tres

Basem Tajeldine
@BasemTajeldine
 
Muchos artículos de opinión y comentaristas de todos los tintes políticos han salido a fijar posición respecto a los acontecimientos que hoy afligen al pueblo libio. Mientras que el imperialismo utiliza a los think tank (críticos de derecha, detractores del gobierno libio) en todos los espacios de opinión (tv, prensa y radio) de sus grandes medios privados, la izquierda se hace eco de los mismo en un ruidoso y desafinado concierto que pareciera definir la mala suerte del pueblo libio. En este concierto discursivo lo más importante pasa desapercibido. Sabemos, es difícil para la izquierda respaldar de buenas a primeras al gobierno libio debido a la falta de información verás sobre los acontecimientos que se suscitan en ese país, pero también por las cambiantes posiciones ideológicas que ha definido al líder libio Muammar Al Gaddafi a lo largo del tiempo. Pero a todos debería resultar muy obvio entrever que grandes intereses externos están presente en Libia mostrando sus garras para apoderarse de ese rico y petrolero país. Grupos internos antes invisibles, pero sobre todo intereses foráneos pretenden pescar en las aguas revueltas libias. Hasta hace poco días las cámaras de TeleSur lograron entrar a ese país y las informaciones comienzan a equilibrarse. Otros grupos noticiosos como IAR-noticias también han venido desmontando la trampa imperialista y señalando el gran complot.


Naturalmente, un revolucionario no puede justificar de ninguna manera y por ninguna razón las injusticias que se comentan contra cualquier pueblo bajo “justificativos patrios”. Los fines no justifican los medios. Pero hasta el día de hoy las noticias que el mundo sobre los acontecimientos en Libia han sido producidas por los interesados medios transnacionales privados hábilmente dirigidos por el imperialismo norteamericano y el sionismo internacional. Cuesta mucho creer aquellas noticias sobre supuestos “aviones y helicópteros de guerra bombardeando marchas indefensas”. Fueron esos mismos medios quienes, sin evidencia alguna, se complotaron contra Irak y crearon los falsos justificativos para invadirla en nombre de los “Derechos Humanos”. Hoy se conoce que en la rebelión de Benghazi, ciudad ubicada al Este del país, una de las mayores tribus de oposición junto a un grupo de militares desertores conquistaron varios parques de armas y municiones. En el Sur de Trípoli otra tribu pretendió asaltar una base militar sin éxito. También que los aviones bombarderos han atacado sólo los depósito de municiones de la oposición. Libia atraviesa por una verdadera guerra tribal o civil. Todos los bandos se encuentran bien armados. Las noticias que se generan sobre Libia son muy preocupantes, pero también contradictorias y parcializadas.

La izquierda ha criticado a Gaddafi -y con mucha razón- por sus ambivalencias ideológicas y políticas en varios de los escenarios políticos internacionales. Pero independientemente de lo que podamos pensar o no sobre Gaddafi y sus políticas, no debemos cegarnos ante la nueva realidad y hacer el juego que el imperialismo hoy necesita.

Muchos olvidan que las propias particularidades socio-culturales, históricas, geográficas y económicas de Libia marcan profundamente a ese país. Más del 95% del territorio libio es desierto y su población dividida históricamente en tribus rivales, antes de la llegada al poder de Gaddafi apenas era de 1 millón de personas, hoy suman más de 6 millones de libios. La mayoría de su población Libia fue, hasta hace muy poco, nómada, beduinos que se dedicaban sólo al pastoreo de ovejas y al comercio de camellos. Plantearse la construcción del socialismo bajo esas condiciones económicas de atraso y de adversidades culturales muy marcadas por la religión y las rivalidades tribales, fue un atrevimiento para el idealista Gaddafi. Libia partió de cero en el desarrollo económico-industrial en un mundo muy adverso.

Para desgracia de los pueblos árabes, y del propio Gaddafi, en 1970 muere envenenado el líder egipcio Gamal Abdel Nasser quien había influenciado a Gaddafi con sus ideas sobre el socialismo árabe, el panarabismo y su personalidad. La relativa fortaleza económica de Egipto y su cercanía política a la URSS fue un importante respaldo que aseguraba la estabilidad de la región y abría las puertas para el desarrollo de Libia. La desaparición física de Gamal Abdel Nasser significó un duro golpe y un gran revés político y militar para toda la región, pero también significó la soledad para el idealista libio. Gaddafi, en la adversidad, logró unir en sus inicios a las diferentes y adversas tribus bajo su proyecto y liderazgo. Hoy el imperialismo ha influenciado para separarlas.

Libia cuenta hoy con el mayor índice de desarrollo humano de toda el África, y ha podido hacer más. Ese país que produce 1.8 MM de Barriles Días de Petróleo, y ha mantenido una política soberana sobre la renta petrolera. Valga recordar Gaddafi nacionalizó la industria petrolera y clausuró las bases militares que el Reino Unido y los Estados Unidos poseían en ese territorio. Eso nunca se lo perdonarían.

No fueron las banderas del “desempleo, la inflación y la pobreza” -como sí lo fue en Túnez y Egipto- que motivaron el levantamiento de las tribus contra Gaddafi. El estudio de la realidad libia nos muestra claramente que la violencia desatada en ese país tiene un carácter meramente político. El imperialismo ha sabido aprovechar siempre las divisiones interna (religiosas, étnicas y culturales) para exacerbarlas para destruir a los países en pro de su intereses. La máxima histórica imperial “divide y reinarás” hoy se aplica en Libia. A ese país pretenden balcanizarlo. El plan que desmembró a Yugoslavia (Servios, Croatas, Kosovares, Musulmanes, Protestantes, Católicos, etc.), también a Irak (Kurdos, Sunitas y Chiítas), el más reciente en Sudan (Cristianos y Musulmanes) pretende repetirse en Libia. Los Estado Unidos ha venido financiando y motivando los jefes tribales libios para el plan secesionista. La antigua bandera de la monarquía libia ha sido desempolvada.

Hoy las potencias han amenazado con la intervención militar en Libia so pretexto de la defensa de los “derechos humanos” del pueblo libio y el rescate de los extranjeros que trabajan en ese país. Obama y Clinton expresaron que estudian todas las cartas para detener a Gaddafi. La latente invasión de la OTAN ya cuenta con una flota de guerra británica emplazada frente a las aguas territoriales de Libia. Mientras la verdad de lo que acontece en Libia siga saliendo y recorriendo al mundo -gracias a las cámaras de TeleSur-, los planes de invasión para proteger a los jefes tribales que piden la secesión y la destrucción de Libia parecen acelerarse. La verdad juega contra el imperio.

El proyecto imperial concebido para Libia por el imperio y los líderes tribales más importantes de ese país busca dividir a Libia en 3 Emiratos y repartir las riquezas petroleras según su región de influencia. En ese escenario los intereses petroleros norteamericano retomarían una mejor posición.

Los gobiernos y pueblos en el mundo demos exigir en todos los espacios internacionales el respeto a la soberanía y la solución pacifica al conflicto político en Libia en el marco de la unidad territorial de ese país.

viernes, 18 de febrero de 2011

La revolución egipcia en la encrucijada

Por. Basem Tajeldine y Laila Tajeldine

Nadie hoy puede dudar que los acontecimientos desatados en todo el mundo árabe: Túnez, Yemen, Jordania, Argelia, pero particularmente en Egipto, tienen un carácter esencialmente revolucionario y una raíz profundamente social; que la causa fundamental que despertó la rebelión revolucionaria del pueblo egipcio se corresponde a la gran pobreza y penurias sociales a las que ha sido sometido ese pueblo, agravado en los últimos 30 años de mandato de Hosni Mubarak, y, en segunda instancia, la rebelión popular también motivada por la falta de libertades políticas y la represión ejercida por esa criminal dictadura apoyada por el imperialismo norteamericano y el sionismo internacional, y por la grosera corrupción jamás vista en ese país de todo el clan familiar y amistoso de Mubarak.

El imperialismo norteamericano previó la rebelión popular contra sus dictaduras en todo el mundo árabe e intentó adelantarse a los hechos para proteger sus intereses. Una verdadera revolución en Egipto necesariamente cuestionaría las políticas hegemónicas del imperialismo y el sionismo en ese país. Esto no podía ser tolerado y tenía que ser evitado. La crisis del sistema capitalista mundial, o crisis estructural del capitalismo, ha traído aparejada consigo la crisis financiera internacional, la crisis alimentaria y la crisis energética, y con todas estas, la crisis de la hegemonía imperial.

Aunque el imperialismo haya previsto mucho tiempo atrás la rebelión de las masas árabes contra sus tiranos protegidos de la región; aunque haya anticipado diferentes planes de escape ante una situación predecible pero indeseable por ellos; aunque sus servicios de inteligencia (CIA, MI6 y Mossad) hayan manipulado, infiltrado y financiando a grupos “pro-derechos humanos”, “estudiantiles” [1], etc., mientras que, por otro lado, mantenía y profundizaba su apoyo a las dictaduras serviles de la región, etc., etc., el imperialismo sabe que pescar en aguas revuelta siempre resulta difícil y que un pueblo rebelde es aún más difícil de atrapar, y mucho más difícil se vuelve cuando ese pueblo ha reconocido su poder y logrando derribar el alfil más temido.

El imperialismo sabe que la fuerza de un pueblo movilizado y consciente alimenta un huracán revolucionario difícil de contener. Mucho más, las características culturales de los pueblos árabes, su determinación e indiferencia a la muerte y el conocimiento de las causas que han generado su pobreza hacen al pueblo egipcio más incontenible e impredecible. Un pueblo consciente es arduo detener y confundir con promesas falsas y propuestas de “democracias representativas”.

El imperialismo es consciente que no existen alternativas “democráticas” posibles a la restitución y el fortalecimiento de esas dictaduras como única garantía para el mantenimiento de su hegemonía sobre la región. El imperialismo no se engaña asimismo, el intenta engañarnos a todos.

Egipto experimenta una genuina revolución impulsada por las masas populares. El espíritu revolucionario de su pueblo ha saboreado su primera victoria y asusta a la burguesía parásita de ese país y a sus amos. Los “think tank” imperiales, los burócratas del Estado egipcio, los comentaristas de los medios privados internacionales de la información y los politiqueros de oficio no se explican cómo ese pueblo, ayer desmovilizado, perseguido y desmoralizado, hoy haya logrado la organización necesaria, la responsabilidad y sentido de pertenencia nunca visto desde la época de Gamal Abdel Nasser.

Una vez terminada la primera gran batalla con la salida del dictador, los hombres, mujeres, jóvenes y hasta niños del pueblo egipcio dieron otra nueva lección revolucionaria. Muchos tomaron nuevamente las calles, esta vez con sus propias herramientas de limpieza y trabajo para reponer los daños ocasionados por las manifestaciones y limpiar los alrededores de la famosa Plaza Tahrir (Plaza de la Libertad), las calles del Cairo y de otras ciudades. No fueron los burócratas quienes se encargaron del aseo urbano disponiendo de recursos económicos y materiales. No. Fue la conciencia de ese pueblo; su organización que, de forma autónoma y responsable, ha llevado acabo las acciones de limpieza. En Egipto, han surgido de manera espontánea diversos Comités. Hoy se suman en el Comité de Defensa, el Comité de Agitación Política, el Comité de Limpieza, entre otros.


Quienes creen que luego de la derrota de Mubarak los egipcios se dormirían en los laureles de las promesas hechas por el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas que tomaron el poder, pues, se equivocan.

Hoy sabemos que la explosión social que se registra en todo el mundo árabe, pero también en Europa, y América, es motivada por un cúmulo histórico de injusticias. La gota que derramó el vaso la puso el joven mártir tunecino, un profesional desempleado pero dedicado a la buhonería de frutas, Mohamed Abouzizi. Su inmolación precipitó una serie de acontecimientos que terminaron con la caída del dictador de Túnez, Zine El-Abidine Ben Alí, y prendió el fuego revolucionario en el lugar donde pocos podían imaginarlo. El fuego revolucionario del desierto contagió a Túnez, Egipto y al mundo.

En Egipto las movilizaciones populares que ayer carecían de un liderazgo auténtico y definido -producto de años de persecuciones y eliminación sistemática de toda la dirigencia nacionalista, progresista y de izquierda (nasserista) por parte del régimen de Mubarak- hoy nos muestra una nueva realidad.

Las movilizaciones populares que ayer destronaron al dictador Mubarak han despertado a los Gameles* del pueblo y un nuevo liderazgo juvenil se impone entre los factores políticos egipcios. Hoy se conoce que no fueron los Hermanos Musulmanes quienes movilizaron a las masas populares hasta derrocar al régimen de Mubarak. Menos aun incidieron sobre el pueblo de forma significativa el resto de los factores políticos marginados y desconectados de las masas populares. No. El liderazgo se ha rejuvenecido. El temido Gamal Abdel Nasser volvió hecho pueblo joven. 

 
El papel determinante de la juventud egipcia fue clave para el desenlace de los acontecimientos en ese país. Inicialmente, un poco des-coordinados por la represión y las persecuciones policiales, rápidamente logró reconstituirse sobre la dinámica de los acontecimientos en un solo bloque. Sus muchos líderes rápidamente entendieron la necesidad de conformar un frente unido bajo una estructura totalmente horizontal. Lo denominaron Comité Popular. El liderazgo ejercido por los jóvenes del Comité logró las diferentes convocatorias de movilizaciones masivas contra el régimen y el mantenimiento en las calles de todo el pueblo egipcio hasta procurar la salida de Hosni Mubarak el 11 de febrero de 2011.

Hoy el pueblo egipcio continúa firme en las calles hasta alcanzar las otras metas establecidas en el comunicado del Comité Popular, así como la defensa del proceso revolucionario iniciado por las masas y orientado por ellos.

El Comité Popular ha exigido, tanto al Ex Presidente como a la Junta Militar, lo siguiente:
  1. La renuncia de todo el gabinete de Mubarak
  2. Derogación de la Constitución vigente.
  3. Disolución del ilegitimo Congreso.
  4. La conformación de un Gobierno de Emergencia Nacional integrado por miembros escogidos por éllos mismos y el resto de los factores políticos, sindicatos y organizaciones sociales.
  5. La liberación de los presos políticos retenidos por el extinto gobierno de Mubarak.
  6. La confiscación de todas las riquezas (dinero, muebles e inmuebles) robadas al pueblo por los familiares y aliados de Mubarak.
  7. Sancionar a los funcionarios corruptos
  8. La creación de un Comité para convocar a una asamblea nacional constituyente que elabore una nueva Constitución que sea aprobada por el pueblo.
  9. Convocar a elecciones generales en un plazo de 6 meses.
  10. Convocar nuevas manifestaciones para exigir a la Junta Militar el cumplimiento de sus demandas.

Todos los partidos y movimientos políticos que conforman la llamada oposición en Egipto han aceptado el papel protagónico y espontáneo de los jóvenes del Comité Popular reconociéndolos como parte medular del proceso revolucionario que vive ese país. El Consejo Militar que surgió tras la salida de Mubarak no ha logrado desmovilizar a los jóvenes del Comité ni al pueblo. Por otra parte, los trabajos sucios de la CIA, por tratar de infiltrarlos con sus agentes para desviar su lucha, también se acentúan. La revolución egipcia se encuentra en una encrucijada. Dependerá mucho del liderazgo de estos jóvenes egipcios para evitar divisiones que fortalezcan a los enemigos del pueblo. Laicos, musulmanes y cristianos hoy continúan unidos pese a los actos terroristas e intentos de divisiones promovidas por los servicios secretos egipcios**. La clase obrera sindicalizada egipcia se ha sumado a los llamados del Comité para mantenerse en las calles hasta lograr también sus reivindicaciones laborales.

Para el día viernes 18 de febrero de 2011 el Comité Popular ha convocado una nueva manifestación multitudinaria para reclamar el cumplimiento de las nuevas exigencias planteadas y la defensa de la revolución.

El imperialismo norteamericano y el sionismo internacional no las tiene fácil en Egipto. Hasta hoy sus planes no responden de manera como lo han previsto. El juego se les complica. 

 


* Palabras de Gamal Abdel Nasser cuando predijo: “si muero regresaré hecho miles de Gameles”.

**se comprobó la autoría intelectual y material por parte del Ministro del Interior, Jabib Al Adli, quien ordenó el atentado contra una iglesia cristiana el pasado 31 de diciembre de 2010, para culpar a los Hermanos Musulmanes y causar enfrentamientos entre las fracciones religiosas.

[1] Michel Chossudowsky “Los dictadores no dictan, obedecen ordenes”, publicado en la Web Rebelión.org

lunes, 14 de febrero de 2011

EGIPTO: EL GOLPE CONTRA EL PUEBLO

Laila Tajeldine y Basem Tajeldine


El pasado 11 de febrero del presente año se hizo realidad sólo la primera de un gran numero de demandas del pueblo egipcio que exigía la renuncia del hoy Ex-Presidente, Hosni Mubarak. La alegría y el júbilo desbordaron todas las calles de ese importante país africano, pero también las calles de varios países en el mundo. La clase trabajadora egipcia y su pueblo en general habían vuelto hacer historia. Los grandes medios privados de difusión mundial se hicieron eco de ese festejo, pero sólo en apariencia, pues, Mubarak era otro alfil que perdían en su complicado juego de ajedrez para el mundo árabe. Aunque su sustituto hoy se encuentra en el juego del tablero, la salida de Mubarak no deja de significar una derrota del imperio.
Con total apoyo de los Estados Unidos e Israel, Hosni Mubarak toma el poder en 1981 sustituyendo a Anuar Al Sadat quien había sido asesinado por capitular ante los israelíes. Pero Mubarak continuó y profundizó las mismas políticas entreguistas de Al Sadat, y amparándose en una “Ley de Emergencia”, vigente desde 1981, el dictador Mubarak da inicio a un terrible periodo de torturas, persecuciones y desapariciones de todo el liderazgo de izquierda y de los movimientos progresistas y nacionalistas de ese país, bajo la excusa de la “lucha contra el terrorismo”. Esa misma Ley le entregaba facultades al gobierno de Mubarak para prohibir las manifestaciones, censurar la crítica en todos los medios de información; para vigilar las comunicaciones personales y detener a cualquier persona de forma indefinida y sin cargos judiciales. Diferentes agrupaciones de derechos humanos hoy denuncian que al menos 10,000 personas permanecen detenidas de forma indefinida, sin cargos ni juicio en razón de esta Ley.


¿Hubo o no un Golpe de Estado en Egipto?
Fue la enorme presión popular que provocó la renuncia del dictador Hosni Mubarak el día 11 de febrero con la entrega del poder al Alto Mando Militar de ese país y NO la rebeldía de un grupo de la cúpula militar que destronó a Mubarak. El imperio norteamericano y el sionismo internacional disponían de varias jugadas para tratar de encarrilar al tren de la revolución popular que se le había escapado de sus manos. El pase del juego al Alto Mando Militar ante la incontrolable situación ya había sido prevista y denunciada por muchos analistas internacionales.

Aun cuando la Constitución egipcia estipula que al producirse la renuncia del Presidente de ese país, lo sucedería, de forma inmediata, el Presidente del Parlamento o, en su defecto, el Presidente del Corte Suprema de Justicia, y que el nuevo gobierno de transición debería llamar a unas elecciones presidenciales en un lapso de 60 días, como sabemos, esto no ocurrió así. Pues, fue Mubarak mismo quien rompe nuevamente con el orden constitucional y sede el poder al Estado Mayor de las fuerzas armadas. Estos últimos, a vez, suspenden la mil veces violentada Constitución de ese país y establecen realizar nuevas las elecciones generales, presidenciales y parlamentarias, en un lapso de 6 meses, al tiempo que anunciaban la disolución de las dos Cámaras del Parlamento apenas renovadas unos meses atrás, en Diciembre pasado, bajo grandes denuncias de fraudes electorales hechas por la oposición. Cerca del 94% de la población votante egipcia se había abstenido de participar en esas amañadas elecciones parlamentarias, lo que la hacía completamente nula.

Otra medida tomada por el Estado Mayor fue el establecimiento de un panel o comité para redactar enmiendas a la constitución de forma que permita eliminar las restricciones establecidas a los candidatos presidenciales, la misma ayudará también a fijar las reglas que regularán el correspondiente referéndum a la futura propuesta de enmienda. En el plano internacional, el Estado Mayor se comprometió a respetar todos los Acuerdos y Tratados Internacionales suscritos por el país, en especial lo referente al infame acuerdo de paz firmado con Israel de 1978. También ratificó a Ahmed Shafik como Primer Ministro para el periodo de transición y a todas las autoridades nacionales y locales.

Por más de 30 años el gobierno de Mubarak ha irrespetado la Constitución al realizar enmiendas constitucionales de manera in-consulta; al mantener vigente la Ley de Emergencia desde 1981; y, al celebrar elecciones presidenciales y parlamentarias de forma amañada y con altos índices de abstención. Egipto ha vivido por más de 30 años en un estado de ilegalidad e ilegitimidad de su gobierno. Hablar de Golpe de Estado hoy desvirtúa la realidad y la victoria alcanzada por su pueblo. Lo que en Egipto si hubo, fue una rebelión popular; una verdadera revolución que hoy se encuentra en una nueva etapa, muy difícil, amenazada por la traición y la falta de un liderazgo que vuelva a conducir el despertar de ese pueblo por la senda del socialismo árabe y el panarabismo como Gamal Abdel Nasser lo hizo en el pasado.

¿Quien es el nuevo Presidente de la transición en Egipto?
El Ministro de Defensa y jefe del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas Egipcias, Mohamed Huisein Tantaui es hoy quien dirige la junta militar de transición. Se había desempeñado como Comandante Presidencial y Director de la Autoridad de Operaciones de las Fuerzas Armadas, así como Ministro de Defensa de ese país. En enero pasado, cuando se inician las protestas en Egipto, la Cadena de Noticias Al Jazeera anunciaba el viaje del Ministro de Defensa egipcio a Washington. No se filtró más información al respecto. Posterior a su regreso al Cairo, el 31 de enero de 2011, extrañamente fue ascendido a rango de Vice-Primer Ministro, conservando la cartera de Defensa.

A partir del nombramiento de Tantaui como del Vice-Primer Ministro, el Alto Mando Militar declaró mediante un comunicado que apoyan las “reivindicaciones legitimas del pueblo” y los llamaba a regresar a sus casas, el propio Tantaui expresó “El Estado de Emergencia se levantará tan pronto como terminen las actuales circunstancias” para ello debían regresar a sus casas. 

 

¿Entonces que sucedió?
El día 8 de febrero el entonces recién nombrado Vicepresidente, Omar Suleiman, había convocado a una mesa de dialogo con los representantes de la oposición y expresado en los medios que la crisis debía terminar tan pronto como sea posible, destacando que la alternativa al dialogo era un “Golpe de Estado”. El día 11 de febrero las “predicciones” y advertencias de Suleiman se ejecutaron. Mubarak transfiere el poder al Alto Consejo Militar. Una vez tomado el control, el Alto Mando Militar, a través de un Comunicado público, declaró que no levantaría la Ley de Emergencia hasta que se superen las “actuales circunstancias imperantes”. En otras palabras, hasta que el pueblo egipcio dejara de salir a las calles y manifestar para exigir más reivindicaciones políticas. Aunque el Estado de Derecho en Egipto no existía desde hacía más de 30 años y la Constitución y las leyes sólo se utilizaban como excusa para justificar la represión contra el pueblo egipcio, con la transferencia al poder Alto Mando Militar se le pretendió dar un nuevo Golpe de Estado a la rebelión y exigencias del pueblo.

Es evidente que la nueva Junta Militar se instala con la intención de excluir cualquier elemento que pueda perturbar el actual orden político-económico de defensa de los intereses imperiales. Eso no lo podía asegurar una junta de transición encabezada por el Presidente del Parlamento y los representantes del liderazgo popular surgido de la Plaza Tahrir.

Por otra parte, Barack Obama y Benjamin Netanyahu han recibido garantías suficientes por parte del actual junta militar de transición de Egipto abiertamente pro occidental. Pero el pueblo egipcio ha conquistado algunos espacios políticos y el nivel de conciencia alcanzado en estos últimos días le hace casi imposible a occidente capitalizar completamente la situación.

La canalla internacional ha pretendido dar el nombre de “revolución loto” a la rebelión popular de Egipto. Cuando bien se sabe que la misma está lejos de ser una de esas “revoluciones de colores” planificadas y orquestada por el propio imperio, a través de sus lacayos internos, para tumbar a los gobiernos progresistas y revolucionarios. Mubarak fue un peón más del imperio norteamericano y del sionismo internacional que hoy dejo de ser útil a sus intereses. Lo que sucedió y continuará aconteciendo en Egipto, y en el mundo capitalista, es producto del clamor de un pueblo que exige justicia social y trabajo, verdaderas reivindicaciones a sus derechos políticos y laborales, el cambio del sistema político-económico que los asfixia, verdadera soberanía y fin a la injerencia externa. Lo que sucedió en Egipto fue una explosión popular; una revolución social que hoy se encuentra en una nueva y difícil etapa.

Queda de parte de las organizaciones políticas que lideraron las manifestaciones (Partido Nacional Democrático; Wafd; Partido Nasserista; Solidaridad; Partido Árabe Socialista Egipcio; Al Guil-La Generación; Partido de la Paz Democrática; Ghad-Mañana; Tagammu, la Comunidad; Partido Árabe Socialista; Hermanos Musulmanes; Movimiento 6 de Abril; Movimiento Kifaya-Basta; Asociación Nacional por el Cambio; más los manifestantes espontáneos) unirse en pro de nuevos objetivos políticos de forma de evitar que se reviertan lo poco alcanzado hasta ahora.

Las exigencias políticas que podrían surgir en esta nueva etapa es la conformación de un Gobierno de transición compuesto por los distintos movimientos políticos opositores, sin excepción, para que participen de forma protagónica en la redacción de la nueva constitución; que se den las garantías suficientes para los nuevos candidatos presidenciales y legislativos; abolición de la ley de Emergencia; y respeto total a los derechos y libertades de los ciudadanos; la confiscación y el rescate de todas las riquezas robadas al pueblo por Estados Unidos, Israel, y los familiares y cercanos de Mubarak, y el establecimiento de programas económicos-sociales que ayuden a mitigar la penuria económica de su pueblo.

Pueblo de Egipto tiene una gran oportunidad en sus manos. Sólo el valor, la determinación y la organización de las fuerzas políticas bajo las ideas y banderas rescatadas de Gamal Abdel Nasser le otorgarán la victoria final. Mientras tanto, el pueblo egipcio deberá continuar en las calles. Su desmovilización sería el fin de la rebelión revolucionaria.

miércoles, 2 de febrero de 2011

El fantasma de la revolución árabe y el oportunismo imperial


Por. Laila Tajeldine y Basem Tajeldine

¡Podéis matar a Gamal! ¡El pueblo Egipcio cuenta con cientos de Gamales que se alzarán y os mostrarán que mas vale un revolución roja que una revolución muerta!” (Palabras de Nasser, tras el atentado de octubre de 1954).

Es imposible contener a un pueblo cuando está determinado bajo una misma bandera. Hoy el pueblo egipcio, enarbolando las imágenes de Gamal Abdel Nasser, corea la consiga: “Morir por algo es mejor que vivir por nada”. El Presidente egipcio Hosni Mubarak sabe que está perdido, pero persiste en mantenerse en el poder. Busca desesperadamente el apoyo de sus históricos aliados (Estados Unidos e Israel), pero para su pesar, más valor tiene para el imperialismo sus intereses que un súbdito por cuanto su reacción es la misma que asumió con Jean-Claude Duvalier en Haití y Noriega en Panamá. El imperio busca pescar en río revuelto, y se encuentra diseñando una formula milagrosa que le permita despejar el problema egipcio manipulando a su pueblo, promoviendo un disfraz de cambio de gobierno, sin alterar lo sustantivo. La revolución, al igual que la traición toca a las puertas de nuestros hermanos árabes.

Y es así como nos presentan Mohammed El Baradei, Ex Presidente de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y Proemio Nobel de la “Paz”, con cuya figura se busca capitalizar políticamente el conflicto social que vive ese país. Baradei, ex Diplomático egipcio, pese a lo que expresan distintos medios de derecha, se destacó en la OIEA como fiel representante de la política norteamericana e israelita en esa organización, atacando a Irán y Corea del Norte.

Los “think tanks” del imperialismo y sus medios privados de información reconocen que la opinión pública sobre los hechos que acontecen en Egipto los afecta y les plantea un complejo problema que deben resolver antes para asegurar la conducción de la crisis sistemática del capitalismo de la que son responsables; pero también, de la que no existen salidas posible dentro del sistema. Seamos realistas. No existe la menor duda que la explosión social que se vive en el Mundo Árabe tiene una raíz profundamente social y no es originada por el “fundamentalismo islámico”, tal como algunos medios privados de occidente pretendieron hacerlo creer en sus inicios. Los pueblos árabes de Túnez, Egipto, Jordania, Argelia han coreado las mismas consignas que la clase obrera europea ha estado reclamando por mucho tiempo: ¡Queremos pan! ¡Queremos alimentar a nuestros hijos! ¡Queremos fuentes de empleos! ¡Queremos educación y salud gratuita! ¡Queremos libertad para opinar y decidir el futuro de nuestro país! La burguesía Europea sabe que la revolución árabe podría influenciar a sus propios pueblos. Por ello, el problema que enfrentan los “think tanks” del imperialismo es el cómo poder desviar el tren de la revolución árabe.

Antecedentes de Egipto e importancia
Luego de la división del Mundo Árabe por parte de las potencias imperiales europeas en los infames tratados de Sykes-Picot, en 1916, y posterior a las cruentas luchas independentistas libradas por algunos países de la región en años posteriores, los pueblos árabes han sido victimas de férreas dictaduras que muy rápidamente se alinearon al imperialismo norteamericano que emergía victorioso de la Segunda Guerra Mundial. Fue precisamente en Egipto cuando, en 1952, surge un inesperado, pero carismático líder, el Coronel Gamal Abdel Nasser, quién al frente de un grupo de militares rebeldes, los llamados Oficiales Libres, liderizó una rebelión cívico-militar que terminó por destronar al Rey Faruq I (impuesto por el imperio británico) y proclamó la República dirigida por un Consejo de la Revolución. Inmediatamente después, Abdel Nasser nacionalizó el estratégico Canal de Suez, levantó las banderas del panarabismo y rápidamente comprendió que la única vía para lograr la verdadera integración del mundo árabe y la justicia social sería bajo el socialismo árabe. Pero el imperialismo norteamericano, junto a Francia, Bretaña e Israel, no perdonarían la valentía y el atrevimiento de Abdel Nasser de hacer ver al pueblo egipcio y al Mundo Árabe como un referente de dignidad, soberanía y socialismo. Por lo que, las potencias buscaron destruir a la naciente revolución árabe por medio de la guerra. Pero la violencia sólo hizo aferrar más a Abdel Nasser en el corazón de los pueblos árabes.

Nuestra respuesta a todos ellos es que no permitiremos a ningún imperialista ni a ningún opresor, de la clase que sea, imponernos su dictadura militar, política o económica. Jamás nos doblegaremos ante el dólar ni ante la fuerza". Expresaba Gamal Abdel Nasser, en 1956, ante el mundo.

Lo que el imperialismo norteamericano y el sionismo internacional no consiguieron a través de la guerra, lo lograron a través de la traición. El líder revolucionario árabe Gamal Abdel Nasser muere en extrañas circunstancias. Se cree que fue envenenado. Anwar Al Sadat toma el poder de Egipto, traiciona las banderas de Abdel Nasser e inicia la capitulación y entrega de Egipto a los intereses imperiales. Su actual sucesor, Hosni Mubarak, ha permanecido por más de 30 años en el poder, representando los mismos intereses, y amparado en “Ley de Emergencia”, vigente desde 1981, ha torturado y desaparecido a la izquierda y a los movimientos progresista de ese país..

La ubicación geoestratégica de Egipto también le imprime un carácter de vital importancia para el control de las potencias. Además de compartir más de 255 km de fronteras con Israel, por Egipto atraviesa, a través de la costa Nor-Este del país, el Canal de Suez, estrecho que une al Mar Rojo y al Mediterráneo y por donde circula la mayor parte del comercio petrolero que se destina desde el Golfo Árabe-Pérsico hacia Europa y los Estado Unidos, además del 80% de otros productos comercializados entre esos países (fundamentalmente entre Taiwan, China, Europa y EE.UU.).


El imperialismo y el sionismo temen el fin de su dominio sobre esa estratégica y rica región del norte-este africano. La burguesía árabe teme perder su condición servil de los intereses foráneos. Pero también la burguesía venezolana teme el ejemplo que hoy regala al mundo el pueblo árabe.

Revolución anticapitalista en el Mundo Árabe
El acto desesperado de inmolación, producto de la impotencia ante la falta de empleo y el robo del que fue victima, por parte de la policía tunecina, el joven buhonero y estudiante universitario, Mohamed Bouzazi, desató una ola de violencia y rebeldía popular que acabó con 23 años de gobierno dictatorial de Zine El Abidine Ben Ali y que hoy amenaza con poner fin a los 30 años de gobierno del pro-occidental, corrupto egipcio Hosni Mubarak. La crísis estructural del capitalismo ha roto, como decía el padre de la Revolución Soviética Vladimir Lenin: “por el eslabón más débil de la cadena”. Esta vez el turno recae sobre Egipto. La excesiva dependencia del Mundo Árabe a las economías europeas hizo que la profunda e insalvable crisis que experimenta este último afectara de manera directa a las economías de Túnez y Egipto, que unido al continuo drama social por las enormes diferencias sociales, las injusticias; el abuso del poder y los crímenes perpetrados por esas dictaduras.

Para dolor y pesar de algunos en Venezuela y en el mundo también, la rebelión popular que se suscita en todo el mundo árabe tiene un claro carácter anticapitalista. La crisis estructural del capitalismo ha cobrado su primera victima en Túnez. Los países de la periferia capitalista, dependientes económicamente de los llamados "centros desarrollados" hoy experimentan, indudablemente, una revolución; una chispa ha prendido la pradera llena de maleza seca, que se ha iniciado en Túnez y Egipto, y amenaza con extenderse por toda Arabia y Europa. Es tan grande la preocupación que expresa la canalla burguesía mundial que todos sus representantes hacen llamados para apagar el fuego.

Los gobiernos corruptos y dictatoriales del Mundo Árabe, particularmente el de Túnez, Yemen, Jordania, Marruecos, Arabia Saudita y Egipto han sido desde siempre fieles sirvientes y defensores de los intereses del imperialismo norteamericano y del sionismo internacional en la región. Hoy esas dictaduras de la región tiemblan de pavor ante la valentía del pueblo árabe que ha despertado a su letargo y exige la salida y prisión de toda la élite que por años los sumió en la pobreza.

La revolución árabe tiene un carácter claramente anticapitalista, porque ha sido motivada por las condiciones de pobreza, injusticia y las violaciones a los derechos humanos que la burguesía árabe, apoyada por occidente, ha ejercido por mucho tiempo contra el pueblo. El pueblo árabe cada día advierte más que la única forma de hacer realidad sus exigencias de justicia social y soberanía pasa por rescatar las banderas de Gamal Abdel Nasser: el genuino socialismo árabe y el panarabismo.

Hoy asistimos al regreso del fantasma que en vida causó tanto terror al imperialismo norteamericano, al sionismo internacional y a la burguesía regional: Gamal Abdel Nasser está vivo y presente en la rebeldía de su pueblo.


Pero el dilema que enfrenta el pueblo egipcio, al igual que el pueblo tunecino, nos recuerda a los venezolanos los hechos acontecidos el 23 de Enero de 1958, cuando, producto de la falta de un liderazgo revolucionario y la desmovilización de nuestro pueblo, la revolución venezolana terminó siendo traicionada por una élite oportunista.

Los revolucionarios tenemos confianza en que la dignidad árabe irrumpirá, y una nueva vanguardia naserista liderizará el verdadero sendero de la revolución en esos países.

El pueblo egipcio debe continuar en las calles. 

¡Viva Gamal Abdel Nasser!